AMLO vs Anaya
En un nuevo capítulo de esta pelea que han encabezado el ahora presidente Andrés Manuel López Obrador y Ricardo Anaya, parece haberse abierto la puerta para la larga y álgida campaña presidencial rumbo a 2024.
En un nuevo capítulo de esta pelea que han encabezado el ahora presidente Andrés Manuel López Obrador y Ricardo Anaya, parece haberse abierto la puerta para la larga y álgida campaña presidencial rumbo a 2024. Bien podríamos hablar del inicio de una segunda temporada de hostilidades entre ambos políticos, después de que, en la campaña presidencial de 2018, tanto Ricardo Anaya como López Obrador se dieron hasta con la cubeta, saliendo mejor librado, evidentemente, el nativo de Macuspana.
A pesar de ser aún muy temprano para hablar de sucesores de la silla presidencial, el clima político parece no haberse saciado con las elecciones intermedias recién concluidas y se prepara para comenzar nuevamente una carrera entre una larga lista de aspirantes a dirigir la decimosegunda potencia mundial económicamente hablando. El primer portazo de salido lo brindó el propio presidente, al mencionar en una de sus mañaneras, a los que, según el, pudieran ser los candidatos de su partido, Morena, figurando entre los aspirantes los nombres de Claudia Sheibaum y Marcelo Ebrard.
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Por su parte, Ricardo Anaya no ha dejado de hacer lo propio, toda vez que, según sus propias palabras, ya perdió el miedo que lo hizo fracasar en los pasados comicios, presentándose nuevamente como un serio competidor por la Presidencia de la República, camino que inicio con la presentación de su libro “El pasado, presente y futuro de México” a lo que le siguió una serie de videos semanales para hablar de propuestas y soluciones.
Lo anterior ha generado que su nombre aparezca nuevamente en la portada de los diarios, pero no necesariamente para hablar de sus cualidades políticas, sino más bien, para revivirle los asuntos jurídicos que dejó pendiente del pasado y, por si esto fuera poco, presentarle nuevos casos en los que presuntamente estuvo involucrado, como lo son la aprobación de la reforma energética, en la que el ex director general de Pemex, Emilio Lozoya, lo acusa de haber recibido sobornos para su aprobación.
Ante este inminente choque Ricardo Anaya, seguramente por su experiencia del pasado proceso, decidió salir del país para hacer frente a estas acusaciones, buscando asimilar su hazaña a la de Benito Juárez y Francisco Madero, cuando el poder de esos entonces los persiguió para encarcelarles, toda proporción guardada, el caso de Ricardo Anaya dista mucho aún de asemejarse a dichas odiseas en nombre de la democracia.
Si bien es cierto que, los pleitos ni ganados son buenos, el hecho de que el presidente de la República se suba al ring con un aspirante, habla mucho de su criterio para definir sus luchas, por lo cual, diversos analistas de la política han coincidido que esta riña que han hecho pública ambos personajes le ha dejado mejores dividendos al panista, ya que, lo único que le queda después de morder el polvo la ocasión anterior es, jugar arriesgado y estar en el lugar indicado en el momento indicado para lograr sus objetivos, es decir, colocarse como la única opción viable de la oposición para enfrentarse al trabuco que representa Morena.
Sin duda, esta disputa es síntoma de una precoz ansia por renovar la administración federal, pero como bien sabemos, en la mayoría de los pleitos de dos, siempre hay un tercero en discordia que se coloca en una posición privilegiada para aprovechar la coyuntura y hacerse con el triunfo, lo cual debería de ser un foco de atención para ambas fuerzas políticas.
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