El origen de la leyenda de la Yuki-Onna

Con su fascinante belleza y su mensaje acerca de la naturaleza y la responsabilidad, es un mito que sin duda merece la pena conocer y rememorar

Por: Brayam Chávez

Yuki-Onna es una leyenda japonesa que se ha relatado y propagado a lo largo de los siglos. Es un espíritu de la nieve, una entidad bella y temible que reside en las cumbres nevadas y los bosques durante el invierno. Yuki-Onna, con su fascinante belleza y su mensaje acerca de la naturaleza y la responsabilidad, es una leyenda que sin duda merece la pena conocer y rememorar.

La mitología sostiene que Yuki-Onna es una entidad de belleza cautivadora, de tez blanca similar a la nieve y cabello negro similar al ébano. Se afirma que se adorna con un kimono de color blanco y se desplaza sobre la nieve como un espectro. Pese a su hermosura, también es temida por su frialdad y brutalidad.

Yuki-Onna surge ante los viajeros atrapados en la nieve, y se afirma que tiene la capacidad de asesinarlos con su aliento frío o congelarlos con su mano. No obstante, también se menciona que puede ser cordial y salvaguardar a aquellos que valoran la naturaleza.

EL RELATO DE LA YUKI ONNA

En un pueblo de la provincia de Musashi (partes de Tokio y Saitama), vivían dos leñadores: Mosaku y Minokichi. Mosaku era un anciano y Minokichi, su aprendiz, un joven de dieciocho años. Todos los días iban juntos a un bosque situado a unos cinco kilómetros de su pueblo. En el camino hacia ese bosque hay un río ancho que cruzar, y hay un ferry. Varias veces se construyó un puente donde está el ferry, pero el puente fue arrastrado cada vez por una inundación. Ningún puente común puede resistir la corriente allí cuando el río sube.

Mosaku y Minokichi estaban de regreso a casa una tarde muy fría cuando una gran tormenta de nieve los alcanzó. Llegaron al ferry y encontraron que el barquero se había ido, dejando su barco al otro lado del río. No era un día para nadar, y los leñadores se refugiaron en la choza del barquero, pensando que tenían suerte de encontrar algún refugio. No había brasero en la choza, ni ningún lugar donde hacer fuego: era solo una choza de dos tatamis, con una sola puerta pero sin ventana. Mosaku y Minokichi aseguraron la puerta y se acostaron a descansar, con sus abrigos de lluvia de paja sobre ellos. Al principio no tenían mucho frío y pensaron que la tormenta terminaría pronto.

El anciano casi de inmediato se quedó dormido, pero el joven, Minokichi, se quedó despierto mucho tiempo, escuchando el terrible viento y el continuo golpeteo de la nieve contra la puerta. El río rugía, y la choza se balanceaba y crujía como un junco en el mar. Era una tormenta terrible, y el aire se volvía cada vez más frío cada momento, y Minokichi temblaba bajo su abrigo de lluvia. Pero finalmente, a pesar del frío, también se quedó dormido.

Fue despertado por una lluvia de nieve en la cara. La puerta de la choza había sido forzada, y por la luz de la nieve (yuki-akari), vio a una mujer en la habitación, una mujer completamente blanca. Se inclinaba sobre Mosaku y soplaba su aliento sobre él, y su aliento era como un brillante humo blanco.

El hombre, desesperado, buscó la manera de salvar su vida y decidió engañar a la Yuki Onna. Prometió que nunca contaría lo que había sucedido aquella noche y le suplicó que lo dejara vivir para cuidar a sus hijos. La mujer aceptó su petición y se desvaneció en el aire, desapareciendo para siempre.

Desde entonces, Minokichi mantuvo su promesa y nunca reveló lo que había sucedido. Se casó y tuvo hijos, y vivió una vida larga y feliz. Pero nunca olvidó la visión de la mujer en blanco y el frío mortal que emanaba de su aliento.

DEJA UNA RESPUESTA

Noticias Recientes