Pepe Aguilar no solo mira al futuro de la música: quiere construirlo. El cantante mexicano está desarrollando sus propias herramientas de inteligencia artificial, un movimiento que, asegura, nace del deseo de mantener su soberanía creativa en una industria que cambia a una velocidad vertiginosa.
Aguilar reconoce que la irrupción de la IA generativa ha transformado la manera de crear, producir y consumir música. Pero también advierte que este nuevo panorama puede dejar a muchos artistas a merced de las grandes plataformas tecnológicas.
Por eso decidió adelantarse. Desde Seattle, Austin y Ciudad de México coordina equipos que combinan creatividad, estrategia digital y reflexión sobre el legado personal.
UNA IA PARA PERSONAS QUE NO ESTÁN
Entre sus proyectos más llamativos se encuentra una herramienta diseñada para que las personas puedan interactuar con los recuerdos y la personalidad de un ser querido fallecido. El sistema se alimentaría de rutinas, frases y rasgos de vida, con el objetivo de crear un puente emocional que mantenga viva una presencia, aunque sea digital.
El músico también desarrolla un modelo entrenado con su propio universo creativo: su estilo, su gusto musical y su manera de componer. No busca replicar a terceros, sino contar con un asistente que lo ayude a explorar ideas sin sacrificar autenticidad. Cada resultado es supervisado por él, una forma de mantener control sobre su obra y evitar conflictos de propiedad intelectual.
ASISTENCIA DIGITAL PARA VIDA DIARIA
A estos desarrollos se suma un chatbot diseñado para acompañar procesos cotidianos y creativos. Este asistente forma parte del ecosistema que Aguilar quiere integrar a su vida profesional y que, asegura, le permitirá trabajar de manera más libre y estratégica.
La relación del intérprete con la IA no es nueva. En el pódcast Cracks, de Oso Trava, Aguilar contó que utiliza ChatGPT como herramienta emocional. Incluso llegó a narrar su vida completa a la plataforma: miedos, pérdidas, amores y los momentos que han marcado su camino.
Ese ejercicio, afirma, se convirtió en un proceso íntimo que por un tiempo sustituyó sus sesiones con un coach, hasta que recibió la recomendación de combinar ambos métodos.




