Síndrome del niño emperador, una actitud que crece
A base de dedicar tiempo y atención a los hijos, se debe recuperar la importancia que los padres tienen como figura de autoridad, dice experto
Explicó que son intolerantes a la frustración, niños mandones, pequeños tiranos que no aceptan un no por respuesta, son totalmente intolerantes a la frustración y quieren que se satisfagan sus necesidades de forma inmediata, y no pueden ni quieren esperar.
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Explicó que son intolerantes a la frustración, niños mandones, pequeños tiranos que no aceptan un no por respuesta, son totalmente intolerantes a la frustración y quieren que se satisfagan sus necesidades de forma inmediata, y no pueden ni quieren esperar.
Se vuelven desafiantes, ponen a prueba todos los límites sin aceptar ninguno que no sea el mismo que él impone a los demás, una inversión absoluta de los roles familiares en las que los padres obedecen y el niño manda, porque él decide qué, cómo y cuándo se hacen las cosas.
Es egocéntrico, mentiroso e impulsivo, con gran dificultad para desarrollar emociones morales como la empatía, la tolerancia, el respeto, la compasión, la culpa y otros.
Agrega que es agresivo, impulsivo y maltratador, manifiesta una importante ausencia de apego hacia los demás, que lo conduce a maltratar física o psicológicamente a sus progenitores, sin sentir ninguna culpa ni responsabilidad sólo para obtener lo que desea; además es materialistas y permanentemente insatisfecho con lo que tiene.
CAUSAS DEL SÍNDROMEEl psicólogo explicó que de forma clara y firme, la disciplina en la educación es un ingrediente básico y muy importante. Lo malo, aclaró; hay que cortarlo desde la raíz. Los padres no deben aceptar ni permitir ofensas de cualquier orden, verbal o física. No deben tolerar el engaño ni la mentira. Deben definir bien los límites y exigirles su cumplimiento de forma siempre positiva.
Se tiene que enseñar al niño a controlar sus emociones, y no solo controlar, sino también a reconocer sus emociones. Agregó que no hay nada de malo en aburrirse y estar triste en algunos momentos, y los niños deben aprender que son sentimientos normales.
Al ser un ejemplo para los hijos, se debe fomentar el diálogo y la escucha entre todos, cultivar habilidades de respeto, de alegría, y de otros valores como la gratitud, la bondad, evitar gritos, amenazas y otras formas violentas de convivio en casa.
Solorio Fuentes destacó que se debe recuperar la importancia que los padres tienen como figuras de autoridad, lo que se consigue a base de dedicar tiempo y atención a los hijos.
De atender el deber de escucharles activamente, pero también de enseñarles a aceptar las normas y debatirlas si es preciso, pero siempre, desde el respeto hacia sí mismos y hacia los demás, porque la educación siempre será el mejor remedio contra los malos trastornos de conducta de los niños, porque, el síndrome del emperador, es un problema educativo que se puede evitar o corregir.