En su mayoría, los jóvenes de Cajeme no tienen una visión clara de su futuro; por lo tanto, no planifican y no construyen un proyecto de vida, mencionó Fitzia Roldán Ramírez.
La catedrática del Instituto Tecnológico de Sonora (Itson) señaló que las nuevas generaciones están tan perdidas, que actualmente batallan para descubrir su vocación y elegir una carrera universitaria.
Aunado al problema, el proceso de admisión en las instituciones de educación superior es confuso, pues en caso de que los aspirantes no obtengan un lugar en la licenciatura que eligieron como primera opción, los mandan a una carrera optativa.
En ocasiones, dichas licenciaturas no tienen relación entre sí y, como consecuencia, hay deserción escolar; además, hace falta una mejor preparación educativa, mencionó la psicóloga.
Y es que, a consecuencia de la rápida transición tecnológica que se vive, la calidad educativa ha bajado y hoy en día es posible culminar una carrera profesional en un par de años.
Mientras tanto, a los jóvenes se les exige una mayor preparación, ya que actualmente el nivel de licenciatura prácticamente es considerado básico.
En cuanto a la elaboración del proyecto de vida, antes se creía que influía de forma positiva o negativa el entorno social, pues de acuerdo con la teoría, los marginados tenían menos oportunidades de desarrollo.
Pero el avance tecnológico ha permitido que el crecimiento sea más parejo; por lo tanto, la falta de planificación obedece más a un problema emocional y conflictos originados por la desintegración familiar, señaló Roldán Ramírez.
En el entorno social, factores como inseguridad, adicciones, alcoholismo y desempleo propician que los jóvenes carezcan de ambición y no sueñen con un mejor futuro.
Además, a diferencia de otras generaciones, los jóvenes de hoy no están impuestos a luchar; por eso se ve un incremento en divorcios, ya que les cuesta trabajo mantenerse unidos o establecer vínculos.
En el ámbito laboral se vive una situación diferente, pues a consecuencia del entorno político y económico de Cajeme, los jóvenes emigran en cuanto egresan de la universidad.
Muy probablemente esos muchachos desean estar en casa, pero al haber en un mercado laboral muy competido, en donde hay egresados a granel y poca oferta de empleo, salen en busca de un mejor futuro, señaló.
Esa dinámica tiene como consecuencia una desvinculación en el núcleo familiar; por ello, para evitar esta situación, es importante que los muchachos desde los 15 años elaboren plan de vida.
De ninguna manera el plan de vida debe ser rígido; por el contrario, debe ser flexible y apto para realizar ajustes, siempre sin perder la esencia.
Hay que resaltar que todas las personas, de alguna u otra forma, cuentan con un plan, pero en ocasiones, cuando se percibe una vida sin rumbo, se debe a que no existen metas específicas, lo cual tiene como resultado una frustración.
Elaborar un plan de vida significa trazar un camino el cual se debe seguir, para eso hay que fijarse metas a través de herramientas metodológicas.
El proyecto debe abarcar áreas como la familia, salud, educación, entorno social, espiritual y profesional, puntualizó.