A rastras por falta de una silla

Por: Eduardo Sánchez

Llegar a edad avan­zada sin tener techo, ali­mento ni alguna pensión, es una situación preocu­pante, pero llegar así y con complicaciones de sa­lud, es aún peor.


Por: Fabiola Navarro

Israel Valenzuela Cota, de 63 años de edad, no tiene movilidad en sus piernas, pero al ser prác­ticamente un indigente, no cuenta con ningún apoyo ni recursos econó­micos para comprar una silla de ruedas.



El alcoholismo lo dejó inmóvil y ahora sin vi­sión, ya que esta es casi nula de un ojo y del otro no ve nada, según comen­ta él mismo “el vino me dejó así”.



Por las calles de Bá­cum, Don Israel se arras­tra para poder llegar algún sitio, lo hace en presencia de todos, pero a la vez, parece que na­die lo ve.



Duerme en la cochera de lo que eran las oficinas del Partido de la Revolu­ción Democrática (PRD), cerca de la Iglesia y a es­casos metros de Palacio Municipal.



Tiene una hija y tam­bién, hermanos, pero según comenta, nadie lo atiende porque él mis­mo “se lo buscó”, ya que su adicción al alcoholis­mo hizo que lo perdiera todo.



“Sé que el vino me dejó así, pero necesito seguir bebiendo, ahorita estoy temblando porque necesi­to tomar”, comentó.

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