Tres pequeñitos que no conocieron a sus padres biológicos fueron dados en adopción por una agencia, en Estados Unidos. Y lo que en un inicio podría haber sido un futuro prometedor al lado de sus nuevas familias, años después se descubrió la terrible verdad.
Se trata de la historia de los trillizos Eddy Galland, Bobby Shafran y David Kellman, quienes se conocieron por mera casualidad en 1980, cuando uno de ellos, Bobby, ya con 19 años de edad, ingresó a la Universidad de Sullivan, en Nueva York.
Cuando ingresó a la institución, notó que todos le saludaban, como si fuesen viejos conocidos; sin embargo, Bobby no era tan extrovertido para provocar esas reacciones, pero lo que le causaba extrañeza era que le llamaban "Eddy".

Sin embargo, ya en su habitación un compañero le hizo una serie de preguntas que definirían lo que estaba por venir: "¿Eres adoptado?, ¿Cumples años es el 12 de julio? ¡Tienes un hermano gemelo!", y de inmediato llamaron a Eddy Galland, quien había estudiado en esa universidad el año anterior y vivía a 200 kilómetros del lugar.
Luego de hablar unos minutos, acordaron verse, y a toda velocidad, sin dudarlo un instante, salió al encuentro.
Cuando estuvieron frente a frente, no daban crédito a lo que veían, pues eran idénticos, era como si nada fuera de ellos existiera; no obstante, la vida les deparaba otra sorpresa, que los dejaría perplejos, por lo extraordinaria en sí misma.
Y es que en un suburbio de Nueva York, un joven llamado David Kellman, se enteró por un amigo de una nota que circuló en los medios que contaba la historia de 2 jóvenes idénticos que se encontraron por casualidad.

De inmediato llamaron al periódico y obtuvieron el número telefónico de Eddy, a quien le habló y le dijo: "Hola. Me llamo David, nací el 12 de julio de 1961 y creo que hay otros 2 como yo".
También se encontró con ellos y entonces vino una alegría inusitada por el encuentro y se convirtieron en celebridades, pues eran entrevistados por muchos medios y llevados a televisión.
Después de la emoción del momento, Bobby, Eddy y David se enteraron que habían sido dados en adopción por la prestigiada agencia Louise Wise Services, y sólo hubo unos cuantos que cuestionaron el proceso de entrega de los pequeños: sus padres adoptivos.
Nadie jamás cuestionó nada, ni les dijeron que los pequeños eran trillizos, y cuando exigieron respuestas a la agencia, lo único que les dijeron era que habían sido separados por su bien, pues hubiese sido difícil que los adoptaran a los 3.

Con el paso del tiempo, los hermanos descubrieron que tenían muchísimo en común, y que cada uno también tenía una hermana adoptiva de la misma edad: 20 años; además, fumaban la misma marca de cigarros, amaban la comida china y la lucha libre, además de que les gustaban las chicas un poco más grandes.
Sin embargo, los 3 estaban por descubrir el oscuro secreto que guardaba su adopción, pues el contexto en el que crecieron marcaría la diferencia entre los 3: Bobby había crecido en el seno de la familia Shafran, familia de clase acomodada, cuya madre era abogada y el padre, médico.

Por su parte, Eddy se crió con los Galland, en una familia de clase media, cuyo padre además de estricto, era maestro y la madre, sólo ama de casa.
En tanto, David se había formado con los Kellman, una familia de obreros inmigrantes pobre, pero el padre le brindó al niño un ambiente de amor, el cual los jóvenes eligieron como pasar la mayor parte del tiempo, hasta que se fueron a vivir juntos.
Y se convirtieron en estrellas de la noche a la mañana, al aparecer en revistas, programas, cine y hasta abrieron su propio negocio, que pese a iniciar con éxito, a la postre se convirtió en un dolor de cabeza.
Además, decidieron buscar a su madre biológica, y lo lograron: se vieron en un bar y ésta les dijo que los había tenido muy jovencita, además de ser alcohólica.

Y las sorpresa siguieron para los trillizos, pues al poco empezaron a surgir los problemas y el padre de David murió, por lo que rompió la sociedad en el restaurante; además, Eddy comenzó a tener repentinos cambios de humor, por lo que fue diagnosticado con trastorno maniaco depresivo, que a la postre lo llevó a quitarse la vida el 16 de junio de 1995.
No hubo necesidad, dijo Bobby, que David le explicara su ansiedad cuando lo llamó para darle la noticia de la muerte de Eddy, quien era el que los unía, por su gran carisma y libertad al conducirse.
Y las cosas continuaron hasta enterarse que junto a otros como ellos, habían formado parte de un cruel experimento a cargo del siquiatra.
El año que Eddy Galland se suicidó, el periodista Lawrence Wrigth publicó un artículo en el que hablaba de una investigación sicológica que tenía que ver con la entrega de trillizos al nacer.
En ese estudio, los menores eran entregados a familias diferentes para facilitar su adopción, pero en el fondo un oscuro secreto empezó a emerger, pues la agencia en vez de buscar el bien de los menores, los ingresó a la investigación del siquiatra infantil de origen austriaco Peter Neubauer, quien se había refugiado en Estados Unidos luego del Holocausto.
El especialista resultó muy cercano a Anna Freud, hija de Sigmund Freud, el padre del sicoanálisis, quien durante el estudio se propuso responder a cuestiones como ¿Qué influye más sobre el comportamiento: la naturaleza o la cultura, o lo innato o lo adquirido?

Como la agencia Louise Wise Services había ubicado a cierto número de gemelos y trillizos en hogares separados, personal de su investigación, por años se hizo pasar por empleados de la agencia y acudía regularmente a evaluar el crecimiento de los menores.
Así que todos, entre ellos los trillizos Eddy, David y Bobby, habían sido estudiados en secreto, como si fuesen ratas de laboratorio, pues buscaban en ellos los impactos de la crianza producidos por distintos niveles socioeconómicos y de valores.
Además, la hermana adoptiva tampoco fue casualidad, pues también era plan del médico que creciera cerca de los hermanos.
En total fueron 8 pares de hermanos los que fueron separados, que jamás supieron del secreto y tampoco de los resultados del estudio, pues Neubauer murió en 2008 y jamás dio a conocer los resultados.
Sin embargo, se cuestionaron qué influyó en la decisión de Eddy de suicidarse, si una predisposición por proceder de una madre depresiva, esquizofrénica y alcohólica, o si fue producto de crecer en un hogar estricto.

No obstante, cada familia formó al niño conforme a lo que consideraron correcto, y mientras el padre de David lo consideraba un chico maravilloso, el de Bobby estaba ocupado, pero se daba tiempo para cuidarlo; en tanto, el padre de Eddy era rígido y dado a aplicar reglas.
Ahora, Elliot Galland, padre de Eddy, se siente culpable de la muerte de su hijo, si falló como padre y se siente devastado por, sin querer, haber formado parte de ese engaño.
Sin embargo, los David y Bobby tienen en claro que el que fuesen idénticos no significaba que la biología marcara su destino, sino que la crianza los definió.
Y quizá los resultados del estudio no los conozcan ellos, pues los archivos de la investigación del siquiatra Neubauer, de 1969 a 1980, están bajo resguardo en la Universidad de Yale, pues fue embargado en 2006 y sólo la Junta Judía de Servicios para Familias y Niños tiene acceso a ellos.
Este terrible y oscuro caso está consignado en el documental Three identical strangers (Tres extraños idénticos), del director Tim Wardle, que debutó en Sundance en 2018 y actualmente forma parte del catálogo de la plataforma de streaming Netflix.
