En México, miles de abuelos han pasado de ser figuras de apoyo y sabiduría a convertirse en cuidadores principales de sus nietos, una responsabilidad que, lejos de ser voluntaria, muchas veces se asume por necesidad o presión familiar. A este fenómeno se le conoce como el "síndrome del abuelo esclavo", término no clínico que describe la sobrecarga física y emocional que viven muchos adultos mayores.
"El problema no son las tardes de convivencia, sino las jornadas completas dedicadas al cuidado, sin descanso ni reconocimiento", explicó Alejandro Cruz Rosas, director del Hospital Psiquiátrico de Tampico.

Las causas son diversas: la falta de guarderías públicas, los bajos salarios y los largos horarios laborales de los padres, junto con la creencia cultural de que los abuelos deben estar siempre disponibles. Esto ha convertido su amor en un deber silencioso.
Los efectos son profundos. En lo físico, los abuelos sufren agotamiento, dolores musculares y deterioro de su salud; en lo psicológico, ansiedad, estrés e incluso depresión, señala el psiquiatra Víctor Octavio López Amado. Además, muchos quedan aislados socialmente y afectan su economía al cubrir gastos de sus nietos.

Las mujeres mayores son las más afectadas: "La carga de género persiste en la vejez. Ellas asumen la mayor parte del cuidado, mientras los hombres conservan más libertad", apuntó López Amado.
Los especialistas coinciden en que se necesita un cambio cultural y político: permitir que los abuelos digan "no" sin culpa, promover la corresponsabilidad familiar y ampliar los servicios de cuidado infantil.
El objetivo, dicen, es claro: que los abuelos puedan disfrutar su vejez con libertad y dignidad, compartiendo con sus nietos por amor, no por obligación.




