Cada 28 de mes y durante todo octubre miles de fieles acuden a la iglesia de San Hipólito, en la Ciudad de México, para agradecer o pedir favores a San Judas Tadeo, conocido popularmente como el santo de los casos difíciles y desesperados. Sin embargo, la Iglesia católica aclara que no es él quien realiza los milagros.
El padre Sergio Román, especialista en religiosidad popular, explica que "sólo Dios tiene el poder de conceder milagros; los santos interceden por nosotros ante Él". San Judas Tadeo, por tanto, es un intercesor, un ejemplo de fe y esperanza, pero no la fuente del milagro mismo.
San Judas Tadeo fue uno de los doce apóstoles elegidos por Jesús. Hijo de María de Cleofás, pariente de la Virgen María, se le conocía como "el hermano del Señor". Se le representa con un medallón que lleva la imagen de Cristo en el pecho, símbolo de que anuncia a Jesús y lo lleva en su corazón.
Tras la resurrección, predicó junto al apóstol san Simón en Persia, donde ambos murieron mártires. Con el paso del tiempo, su devoción creció entre quienes enfrentaban dificultades extremas, especialmente durante la Gran Depresión de 1929, cuando migrantes europeos en Estados Unidos comenzaron a invocarlo como el protector de las causas imposibles.

DEBE SER EJEMPLO DE ENTREGA Y NO SIGNO DE SUPERSTICIONES
No obstante, la Iglesia ha insistido en que la fe hacia San Judas debe centrarse en su ejemplo de entrega y no en supersticiones. Los sacerdotes claretianos del templo de San Hipólito trabajan constantemente para orientar a los devotos, recordándoles que la veneración al santo no implica creer en cadenas milagrosas, amuletos o prácticas mágicas.
"Ser devoto de San Judas Tadeo, afirman los claretianos, es seguir su ejemplo de fidelidad a Cristo y vivir el Evangelio con esperanza". Así, más que pedirle milagros, los creyentes son invitados a fortalecer su relación con Dios, inspirados por la vida y el testimonio del apóstol de los casos difíciles.




