¿Por qué comemos pastel en los cumpleaños? Esta es la historia

La tradición de soplar velas y partir pastel es el resultado de un viaje cultural que va de la mitología griega a la Alemania medieval

Cuando hoy soplas las velas y pides un deseo, en esencia estás repitiendo un ritual que tiene alrededor de 2,500 años.
Cuando hoy soplas las velas y pides un deseo, en esencia estás repitiendo un ritual que tiene alrededor de 2,500 años.

La historia del pastel de cumpleaños es mucho más larga y sorprendente de lo que imaginamos. Sus raíces se entrelazan con antiguas creencias griegas, rituales medievales y cambios tecnológicos que transformaron para siempre la forma de celebrar.

MENSAJES PARA LOS DIOSES

El origen del pastel y las velas se remonta a la antigua Grecia. Para honrar a Artemisa, diosa de la luna, la caza y el nacimiento, los griegos preparaban tortas redondas hechas con miel y granos, cuyo aspecto evocaba la forma de la luna.

La parte más llamativa de esta tradición es el uso de las velas: se colocaban sobre la torta para recrear el brillo lunar. El humo que ascendía llevaba consigo las plegarias de quienes ofrecían el pastel.

Así que cuando hoy soplas las velas y pides un deseo, en esencia estás repitiendo un ritual que tiene alrededor de 2,500 años.

EL KINDERFEST: EVENTO QUE CAMBIÓ TODO

Aunque los romanos también celebraban con pasteles, la tradición moderna de festejar cumpleaños individuales con pastel y velas tomó forma en la Alemania medieval gracias al "Kinderfest".

En el siglo XV, las familias alemanas celebraban el cumpleaños de los niños con un pastel que incluía una vela especial en el centro, símbolo de la "Luz de la Vida.

Con el tiempo, los pasteleros alemanes comenzaron a elaborar tortas más complejas, conocidas como Geburtstagstorten, y el ritual se extendió por Europa hasta convertirse en una tradición global.

LA DEMOCRATIZACIÓN DEL PASTEL

Durante siglos, comer pastel de cumpleaños era un lujo. Ingredientes como azúcar refinada, mantequilla y harina de calidad eran costosos y accesibles solo para las clases altas. No fue sino hasta la revolución industrial, con la llegada de hornos más eficientes, la producción masiva de azúcar y la estandarización de los ingredientes, que el pastel comenzó a formar parte de las celebraciones populares.

En los siglos XVIII y XIX, las pastelerías empezaron a vender pasteles especiales para cumpleaños, permitiendo que la clase media también los incorporara a sus fiestas.

Con esa democratización del azúcar y la repostería, el pastel dejó de ser un privilegio y se convirtió en un símbolo universal de celebración. Y así, hasta hoy, sigue marcando el inicio de un nuevo año de vida.