Hígado graso: Los 5 síntomas más comunes que te alertan de esta enfermedad silenciosa

Este padecimiento se ha convertido en uno de las más frecuentes y puede no ser identificado por las personas si no se realizan chequeos médicos

Hígado graso: Los 5 síntomas más comunes que te alertan de esta enfermedad silenciosa

Muchas enfermedades progresan sin presentar señales evidentes y, cuando finalmente dan la cara, ya han provocado un daño considerable. Esa es la razón por la que los especialistas repiten que los chequeos médicos no son opcionales, aunque uno se sienta perfectamente bien.

Dentro de este grupo de afecciones silenciosas, el hígado graso se ha convertido en una de las más frecuentes, especialmente en países de Latinoamérica, donde uno de cada tres adultos lo padece sin saberlo, según el cardiólogo Jorge Tartaglione.

¿QUÉ PROVOCA EL HÍGADO GRASO?

El hígado graso, o esteatosis hepática, aparece cuando se acumula grasa en las células del hígado. Esta acumulación provoca inflamación, estrés oxidativo y, con el tiempo, cicatrización.

En su fase inicial es reversible con cambios de hábitos, pero si no se detecta a tiempo puede evolucionar hacia fibrosis, cirrosis e incluso cáncer hepático. Y no solo se queda ahí: también aumenta el riesgo de infarto, diabetes tipo 2 y accidentes cerebrovasculares. Todo un cóctel peligroso... y silencioso.

La mayoría de los casos se relacionan con sobrepeso, mala alimentación, sedentarismo, resistencia a la insulina o consumo excesivo de alcohol.

5 SÍNTOMAS MÁS COMUNES SI TIENES HÍGADO GRASO

Sin embargo, el gran problema es que suele avanzar sin producir molestias claras. Aun así, hay señales discretas que el cuerpo envía y que muchas personas no asocian al hígado. Estos son los cinco síntomas más comunes que pasan desapercibidos:

  1. Cansancio persistente. Ese agotamiento que no mejora ni durmiendo bien puede ser una señal de que el hígado no está metabolizando energía correctamente.
  2. Dolor o presión en la parte superior derecha del abdomen. No siempre es intenso. A veces solo es una molestia leve que se ignora.
  3. Distensión abdominal. La inflamación hepática puede generar sensación de "panza hinchada" sin motivo aparente.
  4. Náuseas o pérdida de apetito. Cambios digestivos que se atribuyen al estrés, pero que pueden tener origen hepático.
  5. Alteraciones en las pruebas de laboratorio. Especialmente aumento de transaminasas, aunque la persona no tenga ningún síntoma perceptible.

Reconocer estas señales, por mínimas que parezcan, y realizar controles periódicos es clave. El hígado graso se puede revertir si se detecta a tiempo, y el primer paso es no subestimar esas pequeñas pistas que el cuerpo envía mientras intenta mantener el equilibrio.

Marcela Islas
Marcela Islas

Egresada de Literaturas Hispánicas de la Universidad de Sonora, con experiencia en periodismo y turismo; pasión por la cultura, música y gastronomía.