Por: Eduardo Sánchez
Nada más surreal que lo que tuvieron los Lakers la última noche de una fatídica temporada: Magic Johnson, el presidente de operaciones de la quinteta californiana renunciaba a su cargo y, sin avisarle a su jefa, Jeanie Buss.
Antes de un partido insignificante ante Portland, el cual perdieron, Johnson abruptamente llamó a conferencia de prensa para anunciar que se bajaba del barco y dejaba su cargo para regresar a su vida normal, una en la que era feliz y sin problemas, reportó el The Wall Street Journal.
Fue el giro final que necesitaba la catastrófica campaña en Los Ángeles, pues terminaron con un récord de 37-45 -con dos victorias más que las que lograron en la campaña 2017-18-, no lograron calificar a Playoffs por sexto año consecutivo y se caracterizaron como el equipo más disfuncional de la NBA.
Para entender cómo la tan prometedora campaña de los Lakers acabó con la renuncia de Magic antes de decirle a Buss, serviría entender cómo llegó Johnson al poder.
Con una franquicia sin pies ni cabeza, Jeanie no tuvo de otra que buscar a la estrella del equipo “lagunero” que ganó cinco campeonatos cuando su papá, Jerry Buss, era el dueño, y con quien tenía una relación de casi hermanos.
De hecho, tuvo que correr a su verdadero hermano para que entrara Earvin Johnson al quite en 2017.
Las primeras apuestas del nuevo presidente de operaciones no dieron el resultado deseado, pues decidió cambiar a D’Angelo Russell a los Nets; seleccionó a Alonzo Ball, quien se convirtió en una estrella, pero para la farándula, y prometió llevar a la súper estrella Paul George a Los Ángeles, quien decidió finalmente quedarse en Oklahoma City.
Pero estos malos manejos de estrategia parecían no tener tanta importancia, pues cuando llegó la agencia libre, el 1 de julio, Magic firmó por cuatro años con LeBron James, una maniobra que esperaban que sucediera en el equipo desde el retiro de Kobe Bryant.
Una vez más, la estrella de la NBA estaba jugando para uno de los equipos con más estrellas en la liga.
Pero, inmediatamente a la firma del “Rey”, los Lakers comenzaron a estropear el camino, pues armaron un equipo con poco talento al firmar, en menos de 24 horas a JaVale McGee, Kentavious Caldwell-Pope, Lance Stephenson y Rajon Rondo.
Eran veteranos con experiencia en Playoffs, pero no eran buenos tiradores de campo, algo que se requería si la necesidad era rodear a James con buenos elementos.
“Claro que tenemos tiradores, estamos plagados de ellos”, dijo Johnson al Wall Street Journal, en julio 10.
La estrategia y el talento hizo falta, pues finalizaron con el segundo peor porcentaje de tiros de tres de toda la NBA.
Pero no solamente su buen tino fue lo que les estropeó el año deportivo, sino una serie de lesiones que sentaron a todo el equipo.
LeBron, Ball, Brandon Ingram y Kyle Kuzma se lesionaron. Incluso, James se perdió la mayor cantidad de partidos a principios de 2019 por una distensión en la ingle izquierda. Fue ahí donde Magic pretendió contratar incluso a Anthony Davis, algo que no agradó al vestidor.
Soberbiamente, LeBron ya se sentía en Playoffs a finales de febrero, pero nada de eso estuvo cerca de realizarse, pues, incluso, el alero estuvo fuera de acción desde marzo.
Tras la debacle, veían con buenos ojos que comenzara el paro de verano, pero pocos días después de reunirse con el “Rey” y Jeanie Buss para planear el futuro del equipo, renunció Magic solamente para recordarles que a los Lakers les faltó talento, también les hizo falta estrategia.