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Sonora

Siguen temores hacia síndromes


Esdrey Lara


Cada persona con síndrome de Asperger es única e indivi­dual, por lo que siempre deben ser diagnosticadas y tratadas de manera personalizada, aunque en general comparten puntos en común, pero se debe perder el tabú que existe en la sociedad ante estos trastornos, comentó Olga Cecilia Torres Ramírez.

La presidenta de Por una Familia Feliz, asociación de padres e hijos con discapaci­dad, dijo el síndrome de As­perger viene de la mano con el Trastorno del Espectro Autista (TEA), y puede ser detectado desde los dos años de edad.

Explicó que las personas con él poseen una inteligencia nor­mal o muy superior a la media, pero son atípicos en cuanto al funcionamiento de su sistema sensorial, y entonces puede ser que no toleren ciertos ruidos o determinados estímulos tácticos.

“Suelen pensar mejor en términos visuales, ya que ven imágenes en su cabeza cuando recuerdan algo y, en cambio, les cuesta pensar en palabras, en frases”, expuso.

Dijo en la región del Mayo, el síndrome de Asperger está vigente, pero lamentó que no exista un tratamiento adecua­do por los padres de familia, ya que muchas veces el tema de los síndromes es un tabú.

“Muchos padres no quieren aceptar que sus hijos padecen un síndrome y rechazan dar­les el tratamiento adecuado”, expuso.

Lamentó que, así como exis­te un tabú ante los síndromes en la región, también existe la discriminación ante ellos, y es en las autoridades escolares donde más se da.

Así las cosas, cada vez son más los niños que llegan a la escolarización con un diagnós­tico de TEA, incluyendo a los Asperger, los problemas se re­piten día tras día en decenas de jardines de infantes, es­cuelas y colegios secundarios, pues muchas veces los maes­tros no tienen herramientas para comprender a sus alum­nos diferentes, que no “sufren” de una enfermedad, sino que representan un modo distinto de estar en el mundo, abundó.

Torres Ramírez dijo las auto­ridades escolares, con frecuen­cia, llevan a cabo prácticas de discriminación ante alumnos con capacidades diferentes y todo termina en un gran des­encuentro con las familias y, sobre todo, con los niños y los adolescentes.

Dijo para persona con As­perger o TEA no está “en otro mundo”, y tampoco en “su mundo propio”, sino en éste, en el que todos subsistimos, pero que a ellos les cuesta mu­chísimo más asir, entender, manejar.

“Lo que más difícil se le hace a un Asperger es “encajar””, concluyó.