Un barco llamado Cajeme

Por: Eduardo Sánchez

Así como aquella pelí­cula de "Un tranvía llamado deseo", hoy el barco llamado Ca­jeme parece tener propietario, más no capitán.



Durante las últimas horas se han desatado especulaciones en torno a la solicitud de renun­cia hacia el Director General de Oomapasc, Rodrigo González Enríquez, un académico con trayectoria limpia, de cuya ca­pacidad y conocimiento sobre el ámbito en que se desenvuelve, no hay duda alguna.



De seguro, la administración municipal encabezada por Ser­gio Pablo Mariscal Alvarado tiene gente capaz y honesta. Uno de ellos es González Enrí­quez, a quien no consideran del equipo seguramente porque dio unas declaraciones sobre el adeudo de la Comuna del agua potable que consume.



Como si esa declaración fue­ra del otro mundo.



Para quienes llegaron a go­bernar a partir del 15 de sep­tiembre, tener esa deuda no debe ser motivo de conflictos porque, para empezar, se llegó a ese extremo porque alguien no pagó desde hace varios años, no porque los actuales gober­nantes hayan querido endeu­darse de la noche a la mañana con Oomapasc.



De ahí la sospecha de que bajo ese argumento se le quiera quitar del puesto al catedrático.



Si se pretenden otras accio­nes en las que su honestidad sea un obstáculo, pues hay que esclarecerlo, pero que no se pre­tenda darle otro cariz a un re­levo que en términos normales pasaría desapercibido.



Tan elegantes que se hubie­ran visto las autoridades mu­nicipales con salir a la opinión pública y decir que predicarían con el ejemplo para que otros deudores pasaran a pagar el agua.



Esa postura le acarrearía, sin duda, buenos dividendos, pero no ha habido alguien que oriente al Alcalde sobre las me­jores fórmulas para enfrentar una crisis mediática.



Para empezar, tenemos que decir con toda claridad que el barco llamado Cajeme no es de un solo dueño.



Sus accionistas son cada uno de los ciudadanos de esta co­munidad que, sin duda, deben sumarse para remar parejo y alcanzar mejores horizontes.



Y una acción de esa naturaleza, por supuesto, es pagar el agua.



Lo mismo el vecino de la es­quina en la colonia más alejada que el inquilino de la Hidalgo y 5 de Febrero están obligados a pagar el servicio, pues nadie debe tener el privilegio de utili­zar el líquido gratuitamente.



Quien crea que el grado de Capitán de este barco lo obtuvo por méritos propios, se equivo­ca. Las circunstancias llevaron al triunfo de una alianza, pero eso no quiere decir que se le ex­tendió un cheque en blanco.



Hay que ganarse cada día el mando. Nadie puede ni debe prescindir del apoyo de los demás sino, con humildad, reconocer que todos cuentan en esta nave para superar las tormentas.



Pero con soberbia y bravuco­nadas no se va a llegar a buen puerto.



Comentarios: francisco@dia­riodelyaqui.mx

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