Me tocó presenciar un video en las redes sociales sobre un pleito entre dos jovencitas de la Secundaria Técnica 28, "Ignacio Osuna Osuna", de Vícam, y la verdad es que es de dar pena ajena, pues una de las alumnas muestra un cuchillo en sus manos y a los pocos minutos algunos estudiantes proporcionan otro a la contraria.
Y uno se pregunta, primero, qué pasa con la revisión en casa de las mochilas de los estudiantes y, en segunda instancia, qué pasa con las reglas de las escuelas de no permitir el ingreso de armas.
Las dos cosas son preocupantes.
En el video jamás se escucha de un alumno alguna frase tendiente a impedir la pelea. Todo lo contrario. Azuzan y alientan a las contendientes a "darse el tiro" y cuando se arma, todos festejan.
Además, durante todo el video se escuchan palabras altisonantes, sobre todo de las muchachitas involucradas en la pelea.
Siempre se han dado pleitos entre estudiantes.
Pero eso no justifica que todavía a estas alturas, cuando en todas partes se habla en los discursos oficiales de que están en contra del acoso escolar, algunos maestros no hayan entendido la necesidad de reforzar los conocimientos y nunca de los nunca, fomentar la holgazanería y el "ahí se va" como método didáctico.
Educar no es solamente enseñar y hacer repetir que dos más dos son cuatro. Educar es dar ejemplo de vida. Educar es proyectar las mentes infantiles y juveniles hacia la excelencia. Educar es generar ciudadanos comprometidos con el desarrollo de su entorno, de su comunidad y de su país.
Para empezar, en muchas escuelas los prefectos sirven para tres cosas: para nada, para nada y para nada.
Siempre están "ocupados" en tareas que ni les van ni les vienen o haciendo "grilla" para ver cómo escalan a otra posición dentro del escalafón, pero sin resolver sus propias tareas que son de vigilancia del comportamiento de los alumnos, principalmente.
Se preguntan usuarios de las redes sociales: "¿Qué demonios pasa con nuestros jóvenes?", pero más bien el cuestionamiento debería de ser qué pasa en los hogares, en las escuelas, en las aulas, en el gobierno y, principalmente, en nosotros mismos, que hemos permitido el arribo a una sociedad carente de valores elementales, sin conductas honestas y siempre sacándole la vuelta a lo que es el trabajo, como estudiantes o como profesionistas.
"Hago como que trabajo porque la empresa hace como que me paga", suele ser un pensamiento recurrente que poco a poco ha ido permeando en la mente de muchos y hasta en lema lo convierten, sin reparar en que el daño se lo hace uno mismo al impedir el arribo a mejores niveles de progreso, individual o colectivamente.
Un pleito escolar puede ser causa de un video "chistoso" en las redes sociales, pero también la demostración de que en materia educativa todo aquello que de manera elegante se dice en los discursos no es más que atole con el dedo.
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