La Sonora desnutrida
Quizá en el centro de las ciudades no se observe el panorama tan claro, pero en la medida en que uno viaja hacia las poblaciones donde la familia rural subsiste a base de tortillas y frijoles, sin exagerar, se da uno cuenta de que aún hay mucho por trabajar para que el Sonora de igualdad sea una realidad.
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Es necesario reconocer que muchos gobernantes tienen nobles ideales para que los impuestos trabajen por igual hacia todos los sectores sociales, pero también debe reconocerse que hay algunas desviaciones que no hacen posible cumplir con ese objetivo.
Hay veces en que las “grillas” locales le ganan a la voluntad de llevar hasta el último rincón los apoyos para los más necesitados.
Un ejemplo claro es la zona de los indígenas guarijíos. A esa tribu le tarda en llegar no solamente el agua para sus cultivos de temporal sino los apoyos de la sociedad y el Gobierno.
Quizá muchos de sus niños vivan felices en las condiciones de marginación en que se encuentran, pues desconocen de la existencia de otros niveles de bienestar, pero los pequeños sufren de desnutrición porque su dieta se restringe a unos cuantos alimentos.
Y además, cuando llegan a salir de sus comunidades a vender sus artesanías, la mayoría de la gente regatea los precios y les paga poco por sus productos, por lo cual lógicamente no podrán llevar alimento suficiente para los suyos.
El Director de Salud Municipal de Navojoa reveló que en promedio reciben a diario alrededor de 10 menores con problemas de parásitos y falta de vitaminas en su organismo, como lo revela una noticia del compañero Fabián Pérez.
La parasitosis, sostuvo, es el principal factor que lleva a la desnutrición en los niños, por lo cual desde esa dependencia deben encontrar los nutrientes necesarios para que sus condiciones físicas mejoren.
En vez de tantos pleitos por las coordinaciones de sus bancadas o de sus partidos (y partidas presupuestales), los políticos deberían enfocarse en apoyar a la niñez y las familias en condiciones de pobreza extrema.
Es cierto que Sonora no está en los límites de otras zonas del país en esa materia, pero a los que se encuentran en esas condiciones hay que apoyarlos en mayor medida, sin regateos, porque el desarrollo de una sociedad se mide no solamente por el Producto Interno Bruto sino por su capacidad para solidarizarse con quienes menos tienen.
Hoy se conmemora una lucha, la de las mujeres, por la equidad de género. Pero hace falta también un trabajo tenaz y vigoroso a favor de los niños y familias que a diario sufren los embates de otra clase de desigualdad, la económica.
Si bien los gobiernos están obligados a brindar por igual la atención a esos sectores de la población, también los integrantes de las comunidades deben estar atentos a auxiliar al prójimo, indistintamente de pensamientos, ideas políticas, sexo o religión.
La solidaridad no tiene preferencias.
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