La maldición de México

Por: Eduardo Sánchez

Siempre he pensado que la clase política ha sido quien más daño le ha hecho a este país; que son una maldición con la que carga este pueblo por no sé qué culpas que estamos pagando a muy alto costo; esos que están en todos los partidos y que se convierten, gracias a las cuotas de poder e influencias, en funcionarios públicos destacados por su ineptitud para hacer que las cosas funcionen bien en este país, pero con una gran habilidad para apropiarse de los recursos de la nación de una manera escandalosa y, lo que es lo peor, con una desvergonzada impunidad durante más de 90 años, lo que nos ha llevado a extremos tan radicales que, siendo México uno de los países más ricos en recursos naturales, con poco más de tres mil kilómetros de frontera con los EU, una de las superpotencias del mundo, y con 11 122 km de litorales con dos grandes océanos, el Pacífico y el Atlán­tico, además del Mar de Cortés,—conocido como el acuario del mundo—, y el Caribe, con una cultura descendiente de los Mayas y los Aztecas, por decir los más conocidos, civilizaciones que aún siguen sorprendien­do al mundo por sus conocimientos, y, aun así, uno de cada dos mexicanos es pobre. ¡Sí, uno de cada dos es pobre! A ese grado nos han llevado los que hasta ahora han gobernado México. Hombres y mujeres sin amor por la patria y con una ambición desmedida y que ahora tienen a la patria prendida de alfileres, mientras ellos se siguen peleando por el botín. Pero las cosas no cambian, por ejemplo, los dueños de los poderes del país, los dueños de las rique­zas y la justicia, escogieron, precisamente, el día sábado 3 de febrero de 2019 para liberar al ex gobernador Guillermo Padrés Elías, quien es señalado por ser uno de los más grandes corruptos contemporáneos; sale en un fin de semana de puente, con Super Bowl y con lunes inhábil, como si alguien hubiera escogido la fecha específi­camente—en política no hay casualidades, dicen—justamente ese día, como diciendo “se hará menos ruido” “la gente la hará menos de pedo”; y salió, pero bueno, por otra parte, podemos pensar que si Padrés no es culpable de lo que lo señalan, ¿por qué estuvo dos años en la cárcel? Y si es culpable… ¿por qué anda libre? Son dos simples cuestiones que retratan lo mal que es aplicada la justicia en México. Y, luego, ¿tan de a tiro así de chafa está instituida la fiscalía anticorrupción de Sonora? Esa que nos cuesta millones y millones y hasta el momento no ha dado resultados. Claro, a los políticos mexicanos siempre se les acusa de corruptos, no de pendejos, todos sabemos que no dejan cabos sueltos para ser encar­celados; pero no es así, lo que pasa es que si jalas la madeja del hilo de la corrupción saldrán personajes de todos colores y de todos niveles sociales, incluyendo los de la realeza de rancio abolengo de nuestro Estado y eso no es posible porque, gracias a como está diseñado el mecanismo de la ratería oficial, no solo pueden pasearse libremente por todos lados envueltos en oro, sino que siguen ocupando cargos pú­blicos, diputaciones, senadurías, y despa­chos divinos. Así es nuestro México qué herido; pero, a los ciudadanos nos compete, al menos, señalarlos y no ser parte de la corrupción, si es que queremos que las cosas cambien.


“Amo a mi País, pero él no me ama a mi” Gerardo Enciso

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