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Nacional / México

El dolor de ser un roble


Por: Mónica Valencia Mascareño (Licenciada en Psicología Clínica y Laboral)


Esas personas que nadie sabe su historia real, que incluso, sus seres más allegados no “deben” enterarse porque no quiere causarle dolor, preocupación o que los vean doblegarse por algo que no “tiene importancia”. A esas personalidades las llamamos robles.

El roble es un tipo de árbol que abarca varias especies, cuyas características principales son fuerte, duro y de madera sumamente apreciada para los trabajos que requieren resistencia. Su desarrollo puede llevar hasta 200 años y pueden en encontrarse en climas muy fríos.

Pues, existen también las personas roble.

Para las personas que son como el roble, tienen ventajas personales, laborales y competitivas extraordinarias, son meticulosas, con alto sentido del deber, fuertes para trabajos que impliquen lidiar con sentimientos ajenos, controlan su medio ambiente, aseguran resultados, disciplinados, metódicos, con valores arraigados, coherentes, impulsan e inspiran a otras personas en sus convicciones. Suelen ser fuertes en la adversidad, en el frío y la soledad, sacan lo mejor de sí mismos, claro está que son maderas apreciadas en las familias, sociedad y lugares donde el deber impera.

Lo terrible de ser roble, es que generalmente viven para el “deber”, no trabajan en sus duelos porque no tienen tiempo, porque están para ayudar a otros y no para atender “ tonterías” como sus propias heridas, se preocupan tanto en ser “buenos” que se olvidan que son humanos, su juez interno es implacable, son doctores del mundo pero no de sí mismos, no aceptan ayuda porque es prioridad que ayuden a todos los demás, la adversidad no lo derriba pero sí los enferma, lenta y profundamente, porque la superan no por un proceso de sanación sino de obligación.

Es sumamente doloroso no vivir plenamente porque su vida sólo gira alrededor de obligaciones que “tiene” que cumplir. Se sorprenderían cuantas mujeres y hombres dejan a lado su rol de persona para tomar los que implican sus deberes, hijo, esposo (a), empleado (a), padre o madre, etc. el problema no es ser responsable, sino el olvidarse de su principal deber: ellos mismos.

Las expectativas externas NUNCA acaban, si bien no puedes olvidarte de que vives en una sociedad con reglas, también no puedes olvidarte que eres PERSONA, que sientes, que tienes derecho a llorar, a equivocarte, a creer, a tomar decisiones buenas para ti, aunque no sean las mejores para otros. Tienes derecho a fracasar, a sentir dolor, gritar, enojarte, a reír a carcajadas, a pedir tu espacio, y de verdad, dedicarle tiempo a tu paz interior.
Es doloroso ser un ROBLE porque no sanas, acumulas. No procesas, sólo lo brincas, lo alteras, lo niegas. No son resilientes, sino creadores de un mundo mental en el que lo que no me gusta lo niego, hago como que no existe.

Ciertamente, Freud habla de la negación como un mecanismo de defensa de la psique, pero éstos, deben ser momentos en lo que se procesa el dolor o de la situación traumatizante. Si eres un roble, tienes áreas maravillosas en tu persona, pero tienes que trabajar tus pérdidas, tus deberes, tus sentimientos negados. Lo que no trabajes hoy, podrá salir de forma inesperada, por medio de una depresión grave, ansiedad, somatizaciones a enfermedades tan simples como alergias, infecciones recurrentes, desgarres musculares en cuello y espalda, o tan complicadas y graves como el cáncer, ya que se ha demostrado que las enfermedades autoinmunes tienen fuerte relación con estados emocionales, esto por sólo mencionarte algunas consecuencias. Tienes derecho a no ser roble de vez en cuando.

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