"El bonito"

 "¡Ay qué niño tan bonito!"



Fue lo primero que dijeron los doctores cuando nació. Sus padres lo confirmaron en cuanto vieron su carita sonriente.



Para el otro día ya se había corrido la voz de que había nacido el niño más bonito que había naci­do en ese hospital, y las enfermeras y familiares hacían cola para conocerlo. En el cuarto 19 de la Maternidad Moderna ya no cabía más gente, pero seguían llegando a conocer al bebé. En 48 horas la madre y la criatura ya estaban de regreso en su casa. Al niño, que era el cuarto de los hermani­tos, le tenían preparado un cuarto pintado de azul y con muchos muñecos de peluche. Los padres y sus hermanos estaban muy contentos con el nuevo miembro de la familia. No faltaban brazos para cárgalo. El infante siempre tenía una sonrisa en su rostro delimitada por dos coquetos hoyitos que se le hacían en los cachetes. Cuando llegó el tiem­po de bautizarlo sus padres no sabían a quiénes escoger de padrinos, de tantos que se los habían pedido; y para no quedar mal con nadie, decidie­ron que los padrinos fueran el doctor y la enfer­mera que atendieron el parto. Al niño le pusieron Honorio, pero casi todos le decían "Chocho", como diminutivo de pechocho, derivado de precioso, us­tedes ya saben cómo suelen surgir los sobrenom­bres.



Años más tarde el niño entró a la escuela. Su carita angelical y su chispa pronto lo convirtieron en el consentido de los maestros, y con el tiempo también se convirtió en el más buscado por las niñas, aunque siempre hubo compañeros que le trataban de hacer la vida imposible porque decían que les molestaba su presencia.



A los 16 años, el "Chocho" entró a la preparato­ria, y su don de gentes seguía vigente. Él siempre era tan popular que no había fiesta a la que no lo invitaran, y en más de una ocasión lo votaron como el "rey feo" de la escuela. En los años en la carrera profesional siguió siendo muy popular, aunque no era un estudiante distinguido. Pareciera que a él le interesaba más la vida social que los estudios y eso les molestaba a algunos de sus maestros, pero al final siempre lograba convencerlos de que lo pa­saran. Después de que se graduó de la universidad de inmediato consiguió trabajo en una importante compañía a nivel nacional. El hacía sus viajes de trabajo, y en cada viaje hacía nuevos amigos y pla­nes. Todos pensaban que la vida color de rosa que el "Chocho" tenía era por ser tan carita y no se les hacía justo. Nunca le faltaron novias y, a pesar de que todos le recomendaron que se casara con una mujer rica, él siempre les contestaba que no era un interesado, que se casaría con alguien que en verdad lo quisiera, y así lo hizo.



Ya después de casado, seguía con su vida de ga­lán. Le gustaban las fiestas y darse una buena vida. No había dinero que le alcanzara, porque además de los lujos, le gustaba vestir bien. Siem­pre andaba a la última moda y olía a perfumes caros. Todas las puertas se le abrían en un mun­do de apariencias. Su mismo ritmo de vida le hizo perder todos los trabajos que tenía. Pero pronto conseguía otro después de la entrevista con los de recursos humano; ellos siempre pensaban que el joven Honorio tenía mucho "potencial" y le daban el trabajo. Así pasaron algunos años, entre empleo y empleo, pero él seguía siendo el bonito para todo. Después, en un momento de desesperación por la falta de dinero, se animó a participar en un robo a mano armada en un banco. Él y los otros ladro­nes usaron máscaras para evitar ser reconocidos, pero las cosas salieron mal; hubo disparos; hubo muertos, y los atraparon. Fueron condenados a 28 años de prisión y no alcanzaron fianza. Desde que entró a la cárcel las cosas cambiaron radicalmen­te para el "Chocho". En ese lugar estar bonito era una gran desventaja y pronto se dio cuenta, y por más que lloraba y se lamentaba de haber nacido "bonito".

Jesushuerta3000@hotmail.com