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El bitache




La cosa es que, aun cuando los maestros, prácticamente, conta­ban las autorizaciones para salir, Miguel se las ingeniaba para con­seguirlas cada vez que quería fin­giendo que era una emergencia.

Un día, a media mañana, Mi­guel pidió su acostumbrado per­miso. Esta vez era para ir a tomar agua. Fue, y regresó un rato des­pués, y se sentó tranquilamente en su escritorio. De pronto pegó un fuerte alarido que despabiló a todos, incluyendo al maestro. ¡Ay, Ay, Ay! Gritaba sin parar, lleván­dose las manos a los genitales. De inmediato se bajó la bragueta y salió volando un bitache que le había picado justamente en uno de los testículos. Era un bitache de esos que siempre había en los bebederos y que seguro se le su­bió por la pierna sin que se diera cuenta.

Caray, por la forma en que gri­taba, debió haberle dolido mucho.

“Voy por lodo pa ´que no se le hinchen”, gritó un compañero y salió corriendo, mientras que el maestro se lo llevó al fondo del salón y le exigió que se bajara el pantalón y los calzones. Ya con el lodo en la mano comenzó a frotar­le los genitales lentamente. En eso llegó la mamá de uno de los compañeros y al asomarse por la ventana, se sorprendió de ver a un muchacho sin calzones y al maes­tro frotándole ahí. Pobre, además del fuerte dolor andar pasando vergüenzas.

Desde entonces no volvió a pe­dir permiso para ir a los bebede­ros, mejor se traía una botella de agua de su casa.
Jesushuerta3000@hotmail.com