Lo peor del caso, es que todo eso y más, muchas, cosas malas más, son ciertas. Pero olvidamos que una ciudad es lo que es su gente. La gente y la ciudad son uno mismo; son entes que no se deben o no se pueden separar, pues sucede lo que justamente nos está pasando: hay un mugrero por doquier.
Pensemos que, si la ciudad fuera un ser humano, sería, en nuestro caso en específico, hablando social y cronológicamente, un bebé. Un pequeño al que le estamos pidiendo más de lo que le hemos dado o enseñado. Sí, nuestra ciudad es como un niño que ha estado creciendo casi casi solo y que ha ido sobreviviendo casi de milagro. Un "bebé" que, por desgracia, le ha tocado sufrir trienio tras trineo de padrastros—léase alcaldes/gobiernos— no solo incapaces, sino también voraces, y que no solo no le han dado un rumbo seguro, ordenado y planeado a la ciudad, sino que han querido "reinventar" Obregón cada tres años con los resultados que están a la vista de todos, eso sin contar lo que nos ha estado pasando de que si el alcalde en turno no tiene buena relación con el gobernador en turno, nosotros pagamos las consecuencias, y eso que somos la segunda ciudad en "importancia" de este gran Estado llamado Sonora.
Ha habido intentos por mejorar nuestro municipio, como el proyecto ciudadano denominado Cajeme 20/20 (que por cierto ya estuviéramos a UN AÑO de alcanzar muchas de las metas trazadas), pero esos mismos caciques y politiquillos de los que escribo arriba, se encargaron de sabotearlo para que no sucediera. Era un proyecto genial inspirado en el caso de éxito de Malasia que tenía nuestros problemas y muchos más, pero se decidieron a cambiar.
Pero igual, esta bendita tierra tiene mucha gente muy capaz y que en verdad quiera a su ciudad, es cuestión de que los ciudadanos comencemos a hacernos responsables a carta cabal de nuestra casa; de que los medios de comunicación unan esfuerzos, junto a universidades e instituciones para crear programas inclusivos y acciones contundentes para hacer de esta una ciudad que nos inspire y nos motive a seguir progresando. Es de suma importancia que el gobierno municipal en turno tenga planes bien claros de hacia dónde vamos y que se apoye en empresas, ciudades hermanas, jóvenes y en quien sea necesario para que esto cambie. La autoridad sola no puede. El bebé es nuestro, la responsabilidad también. Y, si necesitamos multas o castigos por faltar a las reglas, que se impongan. Que los comerciantes, amas de hogar, niños, adultos y todos le entremos y todo puede mejorar.
¡Urge cambiarle el pañal al bebé, que ya huele mal!