Echeverría, reo solitario en su propia casa
Aunque lúcido, su cuerpo de 97 años requiere de asistencia desde que amanece hasta que se duerme. En silla de ruedas, se mueve con fuerzas ajenas. La prisión judicial que vivió ya anciano no se acabó con la resolución que lo exoneró de la acusación de genocidio por la matanza de Tlatelolco.
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Condenado por los suyos, ahora vive el destierro familiar en un espacio que se reduce conforme sus hijos venden, pedazo a pedazo, la residencia en la que hasta hace algún tiempo, cuando aún se podía mover, recibía a sus amigos, viejos priístas y algunos de sus funcionarios sobrevivientes, como Ignacio Ovalle, ahora responsable de la nueva oficina de Seguridad Alimentaria Mexicana del Gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
El control de la información, el gran recurso que explotó durante su carrera política, siguió siendo su preocupación.