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Cano Castro: memoria de teflón





Uno pensaría que después de ese anuncio, las autoridades municipales le entrarían de lleno a combatir, primero, las mafias policiacas y, al mis­mo tiempo, las de fuera, que son “ayudadas” por los elementos corruptos.

Pero nada sucedió. Si acaso algunos agentes han salido de la corporación, no ha sido precisa­mente porque se le ha echado a consecuencia de sus malas acciones.

Todavía más, hace apenas unos cuantos días, en pleno reconocimiento de que todavía están dentro, el secretario de Seguridad Pública volvió a llamar a los policías ligados con el crimen a que renuncien, si es que no pueden desprenderse del cordón umbilical con las mafias de afuera.

Quizá Cano Castro se imaginó a decenas de elementos para preguntarle “¿dónde firmo?”, pero tampoco nada de eso ha sucedido.

Nadie ha levantado la mano para decirle que es de esos agentes traidores a la confianza que la sociedad les ha brindado para salvaguardar su patrimonio y hasta su vida.

Pero, como luego dicen, a Cano Castro se le ol­vidan fácilmente las palabras. En una entrevista con reporteros de este medio desdijo al propio pre­sidente municipal y se mostró extrañado de que hubiera una lista de policías ligados con la delin­cuencia.

¿Qué hizo al funcionario acordarse de que tiene una memoria de teflón y, como “La Chimoltrufia” de Roberto Gómez Bolaños, decir hoy una cosa y mañana una distinta.

La verdad, no se vale este tipo de servidores públicos, que lo mismo mienten que actúan con cinismo pensando que la sociedad no tiene memo­ria histórica.

Si ya asumieron el tamaño de la responsabili­dad que les tocaría desempeñar, ¿por qué ahora marchan como tortugas a la hora de los resulta­dos?

Queremos pensar que es más por miedo que por complicidad con los corruptos y ojalá no nos equi­voquemos.

Pero si Cano Castro o el mismo presidente mu­nicipal han sido sometidos a alguna amenaza por la mafia de adentro o de afuera de la Policía, pues entonces que lo asuman como una realidad, pero que no engañen a la sociedad haciendo como que trabajan cuando en realidad están nadando como muertitos.

Un periodista comprometido con su profesión, por ejemplo, sabe de los riesgos de su trabajo, pero así los enfrenta y con todo valor denuncia, critica y expone los problemas que cotidianamente le ex­ponen los ciudadanos.

Pero quien solamente busca en este oficio gla­mour o dinero, se ha equivocado.

Lo mismo con los policías: o se entregan a su trabajo con responsabilidad, vocación y esfuerzo permanente o mejor que se dediquen a otra cosa. Pero eso de sumarse a la lista de delincuentes, sólo que con charola, no es una alternativa sana u honesta.

Y los jefes policiacos, si no tienen el carácter para deshacerse de sus malos elementos, pues que mejor renuncien.

Pero que no vengan como Cano Castro a fingir demencia sobre sus palabras de ayer.

Eso puede traducirse en cobardía o complicidad. Que nos diga de qué lado está.
Comentarios: francisco@diariodelyaqui.mx