No cabe duda, el nuestro es un pueblo que ha escrito y ha vivido su historia en términos surrealistas: vamos de la tragicomedia al absurdo. Desde los inicios comenzaron las traiciones que culminaron con el intercambio de oro puro por espejitos, y enamorados que sucumbieron ante los encantos de la Malinche y se unieron al enemigo. Después llegaron los curas incitando a la guerra en vez de encontrar la paz, como reza su evangelio. Ejércitos que van tras los vendedores de drogas en lugar de crear estrategias eficientes en materia de salud pública con tal de evitar la violencia que genera la adicción. Drogadictos que en lugar de encontrarse con las musas del olvido que les permitan escapar de su gris laberinto, sólo encuentran miles de muertos detrás de cada pinchazo. Políticos que dejan sus puestos públicos como senadores, diputados y presidentes municipales para brincar a otro puesto de "elección popular" vía plurinominal, y que usan la palabra "congruencia" como punta de lanza en su nueva aventura. Profesionistas que tienen que huir del país a causa de la cultura de las palancas y compadrazgos, para poder destacar. Medios de comunicación que encuentran más redituable callar que informar, lo que los sumerge en ese eterno círculo vicioso de la necesidad de venderse para seguir subsistiendo.
Un país, que aún estando a un lado del mercado más grande del mundo, nos ganan los chilenos y españoles con el comercio de melones y naranjas. Un lugar en donde la mayoría de los más grandes negocios y los minerales están en manos de extranjeros. Aquí es donde nos hacemos bolas a la hora de la administración de nuestros recursos y del patrimonio nacional, mientras vemos como la riqueza se nos va de las manos. En donde tenemos las elecciones más caras del mundo, y sin embargo, en donde menos vota la gente y en donde cada vez menos servicios públicos eficientes tenemos.
Es el mío un país en donde los libros se usan más para prender calentones que para iluminar cerebros, y la música que escuchamos, en su mayoría, no es más que basura enlatada. Es el nuestro un lugar en el mundo en donde gran parte de nuestra esencia la hemos obtenido gracias a sus colores y aromas.
Sí, la nuestra es una nación extraña, con millones de personas con más corazón que razón y otros tantos con un ingenio sorprendente. Sí es un lugar extraño, mágico y trágico para vivir, pero de cualquier manera, lo amo, y lo amo tanto que creo que nunca será tarde para hacer un borrón y cuenta nueva. Ver parte de nuestro pasado como una pesadilla lejana y el futuro como una nueva oportunidad para comenzar a construir el México que anhelamos.
"Veo un país de altas montañas, pirámides y campos floridos, y un pueblo ardiente animado por sus corridos; veo sus familias a través de la gloria y también del dolor,siempre abrazando la esperanza de un mundo mejor" Viva La Gente
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