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Nacional / México

Aumenta la violencia


Tan solo en Ciudad Obregón los ataques armados este jueves se vieron incrementados y en Empalme mataron al Comisario de Seguridad Pública.


No terminan los reporteros de escribir una nota cuando ya se les avisa de otro hecho, cuando se su­pone que hay coordinación entre las corporaciones policiacas y están super atentas a que no sucedan ya este tipo de sucesos.

Pero mientras las autoridades no asuman una actitud real de ataque a la delincuencia, nada se podrá lograr.

Si siguen pensando que solamente porque ellos lo dicen ya se acabó el problema, van a morir engañados.

Porque mientras en el discurso digan una cosa y la realidad los desmienta, son ellos, los gober­nantes, los que salen perdiendo.

Y si en un momento determinado han sido amenazados por las fuerzas violentas de arreba­tarles la vida a ellos o a sus familias, pues debe­rían también denunciarlo porque son personajes públicos expuestos a múltiples problemas y deben tomarse medidas oportunas para protegerlos.

Así de fácil. Sabemos que son seres humanos que en su momento pueden tener miedo a las represalias, pero si mantienen ocultos sus queha­ceres, puede ser más peligroso.

Está el caso de la región de Guaymas y Empal­me, en donde durante los últimos cuatro meses varios policías han sido acribillados, supuesta­mente por represalias de los delincuentes.

La sociedad se pregunta que si a los servidores públicos los asesinan, ¿qué puede entonces espe­rar el resto de la población?

Y no dejan de algún modo de tener razón, pero hay que ver que los agentes de las corporaciones son los más expuestos a los hechos violentos, aunque haya en medio de ellos algunos coludidos con los "mañosos".

Con bajos sueldos y un gran riesgo, son pocos los policías que en verdad pueden hacer algo extraordinario para acabar con los enemigos de la sociedad, sobre todo si ven ejemplos en los altos mandos o niveles superiores del gobierno de que aceptan sobornos para dejar operar a los delin­cuentes.

Por eso, a las autoridades hay que pedirles que no se crean super hombres ni que armen discur­sos triunfalistas porque al final de cuentas los hechos van a demostrar que están mintiendo.

Si la delincuencia las ha rebasado, que lo acepten pero al mismo tiempo mejoren sus estrategias. Porque eso de hablar de amor y paz en tiempos de guerra suena solamente a un mal chiste.

Y la lucha contra los delincuentes es, ni más ni menos, una guerra.

Comentarios: francisco@diariodelyaqui.mx