Abortus

Por: Eduardo Sánchez

A estas alturas del partido, la Humanidad, a mi juicio, fuera para que estuviera en discusiones sobre la teletransportación psíquica, o sobre cómo desarrollar mentes cuánticas, o, de perdida, sobre cómo subsistir sin acabar con la naturaleza. Pero no, la humanidad, o, al menos los mexicanos, en estos precisos momentos, estamos enfrascados en si se debe o no legalizar el aborto. El que nazcan niños no deseados es el tema, y sólo hay dos posturas: sí o no. ¿No es eso algo primitivo que ya deberíamos haber superado? ¿No es el aborto una metáfora de querer tapar el pozo después del niño ahogado? No sé, pero el tema del aborto es un asunto muy com­plejo, ya que implica vida, muerte, Dios, ausencia de Dios, mujer, hombre, irresponsabilidad, placer, sexo, culpa, prejuicios, violaciones, malformacio­nes, adicciones, dinero, pobreza, vanidad, frialdad, infidelidad, amor, promiscuidad, lujuria, derecho, bebés, “progreso”, “retroceso”, nacer, morir, respon­sabilidad, libertinaje, en fin, muchos conceptos muy sensibles para la gente, que no sabemos cómo afron­tar, pero que están exigiendo, ya que hay que tomar una decisión entre estar a favor o estar en contra.

Para algunos, los hijos son una gran responsabili­dad e implican mucho compromiso, y que por eso hay que vivir una vida sexual responsable. Otros opinan que cada quien es libre de disfrutar su sexualidad y que la mujer debe ser quien decida lo que hace con su cuerpo.



Y quienes aseguran que la gente mala, los crimi­nales y delincuentes son personas que crecieron sin amor y que, por lo tanto, hubiera sido mejor que no nacieran, mientras que otros piensan que no debe nacer ningún niño sin amor. Es un dilema que sólo los humanos tenemos, porque si volteamos a ver a la naturaleza, veremos que los animales no abortan, y se supone que la naturaleza es perfecta.



Por otro lado están quienes piensan que las per­sonas con la “conciencia despierta” no tienen estos enredos existenciales, porque no concebirían un hijo si no lo desearan; lo mismo pasa con quienes no aborta­rían por sus creencias religiosas.



Pero ¿en dónde queda la responsabilidad del hom­bre? ¿Por qué solo criminalizar a la mujer que aborta?



¿Y cuántas veces va a poder abortar una mu­jer? ¿Las veces que quiera?



En este caso hay que tomar en cuenta que la relajación de los valores invaria­blemente genera retroceso en las civilizacio­nes, por eso es importante que exista cuanto antes un pro­grama nacional sobre planifica­ción familiar. Es importante tomar en cuenta que la vasecto­mía está dispo­nible lo mismo que la salpingo­plastia, así como otras formas de anticoncepción para evitar embarazos no deseados.

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