Prueba de fuego
El alcalde vuelve a recibir el municipio de manos de uno de sus colegas de partido con calles para llorar; me temo así quedarán
A Carlos Javier Lamarque Cano, alcalde de Cajeme, le tocó “bailar con la más fea”, ¡otra vez!
Y es que en 1997-2000 cuando ocupó la presidencia municipal por primera vez, se vivió un gran problema con la escasez de agua, como ahora, pero que afortunadamente ya se resolvió, pero le tocaron unas calles hechas pedazos, (menos que ahora) y no pudo hacer mucho, tan es así que su partido, en ese entonces, el PRD, no refrendó la alcaldía. La gente ya no quiso experimentar y volvió al viejo partido de siempre con el lema de más vale malo conocido que bueno por…
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El caso es que ahora Lamarque Cano, de nuevo, le toca recibir el municipio de manos de uno de sus colegas de partido con las calles para llorar, y me temo que así se van a quedar. No es su culpa, el estado de las calles es resultado de trienios de jugar a los carritos de los anteriores alcaldes y el olvido de los gobernadores de Sonora, así como de la corrupción y de la ineptitud de otros, pero es, ahora, su responsabilidad.
Él le entró a la rifa del tigre y se lo ganó. Él, mejor que nadie, debió haber sabido la problemática del municipio y cómo lo resolvería, a menos que solo haya estado jugando a ser el mandamás por segunda ocasión de nuestra noble tierra por el mero gusto de serlo.
Las calles serán su prueba de fuego. De la manera que lo resuelva dependerá su prestigio y de cómo será recordado, y no le queda mucho tiempo.
Su posible ventaja, digo posible porque nomás no se ha visto claro que el presidente de la República, López Obrador, y el gobernador del Estado, Durazo Montaño, hayan dado muestra alguna, real, de estar interesados por ayudar a habilitar las calles de nuestro municipio pero, suponiendo que por ser amigos, de su mismo partido y contemporáneos, le echaran la mano con recursos, el alcalde tendría que poner todo su empeño y capacidad para resarcir el daño de las rúas que es mucho decir, eso, sin descuidar todas las demás responsabilidades que un cargo como el suyo exigen.
En seguridad ni ilusiones nos hacemos porque sabemos que, definitivamente, no tienen las herramientas, ni la capacidad para frenar la inseguridad y violencia, como tampoco la tiene el presidente ni el gobernador. Este fenómeno o este monstruo son mucho más grandes que todos nosotros juntos, y es el resultado de años y años de desatención al problema, la falta de oportunidades y de estrategias, así como de educación del pueblo bueno y sabio, como ellos nos dicen de cariño.
Sí, arreglar las calles de Cajeme será la prueba de fuego de Lamarque Cano y su gabinete. De eso dependerá de cómo sean recordados por los locales y los de más allá, porque no creo que no haya contemplado esta situación antes de decidirse a buscar la alcaldía, y que solo haya sido protagonismo, el subirse a la ola de la moda morenista en el poder, los posibles negocios personales y el mero gusto de ser por segunda ocasión alcalde. No creo.