Las Plumas

Personas “non Gratas”

Un Pleito Entre Priístas

Personas “non Gratas”

El PRI en Sonora “está más fuerte y unido que nunca”. Por esta razón no permitirá que en su militancia haya “personas non gratas” que sólo buscan afectar la estructura interna” del partido. Cabe anotar, así sea de pasadita, que eso de “personas non gratas” siempre suele ser una acusación o calificativo que a nadie le gusta traer consigo por el obvio y contundente significado propio de la expresión. Pues bien: ésta fue utilizada ni más ni menos que por el dirigente estatal del PRI en Sonora, Rogelio Díaz Brown.

En una declaración frontal y poco usual en los modos priístas convencionales, Díaz Brown dijo que el ex dirigente tricolor en Huatabampo, Julio César Amparán Estrella se vendió a Morena (Movimiento de Regeneración Nacional). Lo acusó no sólo de crear incertidumbre en las filas priístas. También dijo que cometió el robo de mobiliario de oficina y material de propaganda política que se utilizaría en la presente campaña electoral.

En otra declaración igualmente seria, Díaz Brown dijo en Huatabampo: “Aquí falta un equipo de sonido, impresoras, sillas, lonas, camisetas y gorras”, todo lo cual, indicó, que se mandó a la dirigencia local. Pero igualmente sentenció: “Nadie se va a llevar las cosas que son de los priístas”. Tronante, el dirigente priísta en el estado, añadió: “…los mentirosos, traidores y rateros no caben en este partido; que se vayan a Morena y que los reciba el “Beto” Vázquez, como lo está haciendo. Allá sí caben”.

Las declaraciones anteriores no pueden ser entendidas más que de una sola manera. Es decir, tronantes. La verdad es que pocas veces un líder priísta estatal suele expresarse en la forma que lo hizo Díaz Brown. Son pocas o nulas las referencias hechos registrados en el mismo seno tricolor apelando a términos como los anotados. No hay mucha historia al respecto, lo que sea de cada quien.

Pero es obvio que señalamientos tan severos como los registrados en esta columna, no podían quedarse sin respuesta. Ésta se produjo pronto. Y la formuló quien debía o tenía que suscribirla, incluso como obligación personal y política. En este sentido, Julio César Amparán Estrella negó los señalamientos que tienen que ver con el presunto robo de mobiliario. Y efectivamente reconoció que sacó material del edificio del PRI de Huatabampo, pero como protección frente al hacer de vándalos. “Por eso me llevé el material, para resguardarlo”, insistió al señalar que en este trajinar “se perdieron varias cosas”. Pero dijo frontalmente: “No soy ningún ladrón”.

Más allá de acusaciones y réplicas, las que es preciso atender con el fin de redondear la perspectiva de los hechos que las hicieron surgir, sus protagonistas tendrían quizá que meditar en las consecuencias de la polémica que han venido protagonizando. Una polémica no le hace daño a nadie, normalmente hablando. Al contrario, su hechura bien podría hasta resultar saludable, si especialmente se configura en el ámbito de un partido político y con cargo a sus dirigentes estatal y municipal, como ocurrió en Huatabampo. Pero Amparán Estrella ya no está en el PRI, sino que se cambió a Morena.

Aunque esa fue una decisión suya muy respetable y merecedora de atención, quizá debió quedarse en el PRI para enfrentar a Díaz Brown con toda la pertinencia y la formalidad que podría tener un debate en ese mismo partido o una simple aclaración de hechos. Al fin y al cabo, ambos en un momento dado pertenecieron al mismo partido. Pero estas líneas seguramente tienen mucho de trasnochadas o marcianas, porque en el PRI, como en casi todos los partidos que podrían invocarse, esas prácticas no suelen tener cabida, por las razones que sean.

Por eso, en la política mexicana (o en la política a la mexicana, mejor dicho) la democracia así concebida dista mucho de ser una realidad plena. Es común que, por ejemplo, las diferencias en el ámbito partidista suelan terminar en broncas memorables o irreconciliables. No en balde un país como el nuestro debe ser el único en el universo, en donde las querellas generadas en un partido, suelen terminar con la hechura de otro partido. Algo así no ocurre necesariamente en todas partes. Los hechos hay que tomarlos como son. Es la única manera de que nadie se haga bolas. Ciertamente…

  armentabalderramagerardo@gmail.com