Las Plumas

Odio tu acento. El post colonialismo actual

El incidente encierra varios temas; uno de ellos es la capacidad para entender cómo hablan de otros que comparten el mismo idioma

Odio tu acento. El post colonialismo actual

En días pasados se hizo público el audio de las comunicaciones de un avión de la compañía española Iberia con la torre de control de un aeropuerto en Costa Rica. En la grabación, dos tripulantes de la aeronave, después de recibir una serie de instrucciones por parte de la terminal aérea, hicieron comentarios sobre los costarricenses. Una de las personas, con un fuerte acento español dice: “es que entre que odio este acento y lo mal que hablan…”. La otra, con una risa contenida, responde un lacónico, pero expresivo “…sí…”, para después matizar diciendo que ella no lo odia (el acento); se entiende, entonces, que el problema para ella es menor, solamente no logra entender a la gente de Costa Rica cuando hablan.

Las dos empleadas de la compañía española no son conscientes de que están todavía comunicándose con el personal de tierra de Costa Rica, hasta que uno de ellos, les da una instrucción y les pide que dejen de “pillar la frecuencia”. La siguiente comunicación que escuchamos es de otro miembro de la tripulación de Iberia que ahora se refiere a una persona de la torre de control por su nombre de pila y le pide una “disculpa por el incidente en las comunicaciones”, para agregar que “admiramos a su pueblo” (pero claramente no su forma de hablar) y “…admiramos a nuestros compañeros controladores que hacen que nuestros vuelos sean seguros (¿Tendrá miedo que por el incidente les des una mala instrucción que ocasione algún accidente?) y en ningún momento es el sentir general de la compañía y de los pilotos (¿Si no es general, cuantos en lo particular sí odian el acento?) de los pilotos de Iberia…sentimos el error en las comunicaciones…” (¿Cuál fue el error al que se refiere? ¿Lo que se dijo, o que quedara en evidencia lo que se dijo?).

Este incidente, que puede ser considerado menor, encierra varios temas. Uno es la capacidad que tenemos para entender la manera de hablar de otros que comparten el mismo idioma, pero provienen de distintos países e, incluso, regiones dentro de la misma nación. ¿Quién no ha tenido dificultades de entender lo que dice una persona que usa modismos o habla “muy rápido” comparando como lo hacen en su propia ciudad? Sin embargo, un tema totalmente distinto es decir que tú “odias” un acento y que además la gente que habla de esa forma lo hace “mal”. Aquí ya no se trata de una carencia de entendimiento, sino de sentir desprecio y antipatía por la manera en que todo un grupo de personas (¡en este caso todo un país!) utiliza el idioma, además de un considerar que su forma de expresarse no tiene sentido.

¿Qué es lo que estamos viendo aquí en el caso del vuelo de Ibera a Costa Rica? Un grupo de personas que piensan, en el fondo, que su manera de hablar es mejor (al menos) que la del grupo que están considerando como odiosa; es decir, una clasificación donde se autoimponen una posición de superioridad frente a un conjunto que consideran “inferior”, porque no saben hablar como lo hace la gente. Esta categorización donde se desprecia, en este caso a las personas de Costa Rica queda, es confirmado sin querer en el intento de disculpa: “admiramos su pueblo”. En otras palabras, me doy cuenta de que lo que mi compañera está señalando es su fobia por esta gente y lo externo abiertamente. La disculpa busca contradecir lo que está en el fondo: despreciamos a su pueblo.

Este odio o desprecio por la manera en que un grupo de personas se expresa es un ejemplo de lo que actualmente denominamos en las ciencias sociales como post colonialismo; es decir, los mecanismos, prácticas y formas de pensar mediante las cuales las sociedades que una vez ocuparon y dominaron otros territorios buscan continuar imponiendo, entre otras cosas, su cultura y su idioma como expresiones “superiores”, “civilizadas”, “avanzadas” frente a las de la población que viven en los territorios de sus excolonias.

En el caso de los acentos, las dos tripulantes del vuelo de Iberia consideraron que su propia forma de hablar (tal vez por ser la “cuna” del español) es la correcta, y todos los que no hablan como ellos lo hacen mal. Pero no sólo ello, el permitirse odiarlo es porque lo piensan como inferior, sin valor, algo digno de su desprecio como parte del grupo “más civilizado”.

Este post colonialismo, como bien mostró Pablo González Casanova, desgraciadamente no sólo se produce entre distintas naciones. Dentro de un país tan grande y multicultural como México existe también: en redes sociales vemos a gente burlarse de la manera en que hablan en otras partes del país. Lejos de tratarse “únicamente” de humor, esto refleja, al igual que con las tripulantes del vuelo de Ibera, un desprecio hacia grupos o regiones que son considerados inferiores al propio. Al mismo tiempo, existen otros acentos que buscan ser imitados o admirados por reflejar lo que se aspira ser: allí están los mexicanos que viajan dos semanas a España y regresan hablando como la gente de este país.

El post colonialismo es entonces una forma de auto desprecio que está instalado dentro de los países que fueron alguna vez parte de un imperio. Donde la gente que tiene algunos de los rasgos identificados con los antiguos dominadores (color de piel y de ojos, forma de hablar, rasgos fáciles específicos) se consideran superiores de manera sutiles o abiertas al resto. Estas tripulantes españolas sólo hicieron evidente uno de los problemas centrales de las sociedades contemporáneas: la creencia de que existen culturas y razas superiores e inferiores. México no está exento, por el contrario, es un pendiente principal si queremos construir una verdadera sociedad de iguales.

(Profesor-investigador de El Colegio de Sonora)