Nuevo programa educativo
Con ella se impulsa la conciencia crítica y aporta al desarrollo integral del ser humano; intereses políticos la usan para posicionar partidos
El campo educativo ha estado relacionado de alguna manera con la política, tanto en México como en otros países. El perfil de egreso de los estudiantes de los diversos niveles es un indicador de la clase de ciudadanos que un Estado desea, aunque esto debe estar en función de factores como el avance de la ciencia y la tecnología, las necesidades productivas y sociales de una nación, el tipo de conocimiento que se requiera en determinados campos, y por supuesto, las áreas donde por algunas razones, se haya empobrecido el desarrollo.
Una de las misiones de la educación es ser un impulso a la conciencia crítica de los ciudadanos y contribuir al desarrollo integral del ser humano. No obstante, el hecho de que en su seno se generen intereses políticos lleva a que el sector educativo sea utilizado para posicionar a determinado partido o candidato. Afirmar que la totalidad de docentes y alumnos del país siguen una misma línea sería apresurado, porque existe una diversidad de formas de pensar, pero es cierto que también se concibe y llega a utilizar el medio educativo para propagar una determinada ideología.
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Sobre el nuevo programa educativo, todavía se deberá conocer más al respecto para emitir los análisis correspondientes, pero llama la atención que en el documento presentado recientemente se dediquen cerca de 50 páginas a criticar el modelo neoliberal y señalarlo como el causante de todos los problemas que dicho sector enfrenta, entre estos por supuesto, la insuficiente preparación de los estudiantes.
El enfoque por competencias provino efectivamente, del campo económico, y es indudable que éste ha influido en lo educativo en décadas recientes, pero señalar en una parte del texto que el preparar a los alumnos para integrarse al campo productivo y aportar en su beneficio, es indeseable, es parte de una análisis equivocado.
Poner en el centro de la atención a alumnos y alumnas, trabajar en la apropiación de valores, en el desarrollo y puesta en práctica de actitudes positivas, favorecer la tolerancia y aceptación de todo tipo de personas, es positivo, indudablemente, y con mayor razón en una época en que la violencia social sigue aumentando. Esto conviene al aparato productivo, así como la capacidad de comunicación, adaptación al medio laboral y trabajo en equipo, entre otros aspectos. No obstante, no se trata sólo de esas características. Las empresas requieren de personas altamente calificadas en diversas áreas del conocimiento, capaces de hacer uso de las herramientas tecnológicas y plenamente certificadas en las competencias de su ramo. Estas necesidades se seguirán presentando en una sociedad donde la tecnología y la ciencia avanzan con rapidez y las escuelas deben adaptarse a ello para no rezagarse, independientemente si los gobiernos son de izquierda, derecha o centro.
Es lógico que el poder en turno desee mostrar que tiene ideas distintas, mejores que los anteriores en cada ámbito de la sociedad, pero el objetivo no debe ser establecer una diferencia en sí misma. El punto central es cómo incorporar lo que haya sido útil antes y actualizar lo que sea necesario, con base en un análisis científico, profundo y detallado del fenómeno en turno, no sólo con bases ideológicas. Un gran reto para el nuevo programa es hacer a un lado las cuestiones ideológicas para dar paso a la ciencia, que es la base principal de la educación. Los jóvenes deben ser críticos, en efecto, pero en términos generales, no sólo contra el neoliberalismo.
El nuevo programa, o “La nueva escuela mexicana”, deberá ser revisada y analizada con detenimiento, determinar su sustento científico y filosófico y si en realidad es algo nuevo o solamente presentado de una forma distinta. Lo más importante, por supuesto, será siempre que la simulación no sea parte de las aulas, nunca más.