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Las Plumas

Moscas vivas

Rogelio corrió a casa y tomó de la cocina un frasco de cristal; le puso algo de pan dulce al fondo; tenía que hacer una tarea de la escuela

Jesús Huerta Suárez

A Rogelio, un compañero de cuarto de primaria, no le daban domingo. Nunca traía ni un cinco el pobre, y a él no se le ocurría nada para hacerse de unas monedas, por lo que se pasaba la hora del recreo pidiendo dinero prestado para comprarse algo en la tiendita, y como nadie le quería prestar, se fue conformando con las probaditas de lo que estuvieran comiendo los que se compadecían de él.

No sé si fuera muy pobre o si sus papás fueran muy codos, ni si no tenía tíos o padrinos que le dieran algo para gastar, el caso es que nunca traía dinero en la escuela. 

Recuerdo esa mañana, en cuanto salimos al recreo, uno de sexto le dijo a Rogelio:

— “Oye Rogelio, yo te ayudaré a que te hagas de una lana fácil para que no tengas que andar pidiendo prestado…te voy a dar diez pesos por cada mosca viva que atrapes de aquí a 24 horas. ¡Diez pesos! Mañana a esta hora me las traes y te pagaré peso a peso cada una… ¿Cómo la ves? ¿Le entras o no? —, y Rogelio estuvo totalmente de acuerdo.

Total, pensó, no tengo nada que perder y sí mucho que ganar, además de eso se sentía seguro de poder atrapar moscas…

Al mediodía, en cuanto salió de clases, Rogelio corrió a su casa y tomó de la cocina un frasco de cristal; le puso algo de pan dulce al fondo, y se fue a la tienda de la esquina y le dijo Arnoldo, el carnicero, que tenía que hacer una tarea de la escuela y que necesitaba atrapar unas moscas, que traía una buena trampa. A Arnoldo le gustó la idea y lo dejó pasar a la trastienda, y en unos minutos el frasco estaba lleno de estos bichos.

Terminada la labor, se fue a su casa, cuidando de no mover bruscamente el recipiente, no fuera ser que algunas moscas se le murieran. Molió un poco más de pan dulce y se los dio de comer minuciosamente para que no se escapara ninguna…

Al otro día llegó muy contento a la escuela, y de inmediato buscó al niño de sexto que le había ofrecido dinero por sus moscas…

— “¿Qué onda, Rogelio? ¿Cuántas moscas vivas me traes?”—, le preguntó.

Él, lleno de orgullo, le contestó que eran 55, que las contara si no creía, pero que se conformaba con que le pagara 45.

El de sexto tomó el frasco y lo estrelló contra el piso,  y dijo: — “Si estas moscas fueran vivas, no se hubieran dejado atrapar”—,  y todos se echaron a reír a carcajadas de él.

Desde entonces, Rogelio,les sacaba la vuelta a los mayores… y a las moscas.

“Yo tengo todas las respuestas a todas tus preguntas si tienes el dinero para pagarme en oro”, Alice Cooper

Jesushuerta3000@hotmail.com