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Mi hijo adolescente, ¿Niño o adulto?



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Esto supone, que los adolescentes aún no quieren salir del todo del mundo de la maravillosa infancia, posiblemente debido a todos los beneficios que ella implica: en la infancia los niños solo deben ocuparse de jugar, estudiar y disfrutar de la compañía de los padres, no tienen que enfrentarse a tomar grandes decisiones lo que les permite vivir despreocupados. En cambio, en la adolescencia, empiezan a percibir lo que supone la vida adulta. Empiezan a darse cuenta de que es mucho más difícil y ajetreada de lo que creían. Y, aunque sea a un nivel inconsciente, echan de menos su cómoda vida infantil., y como es inconsciente, el adolescente no sabe por qué le pasa lo que le pasa, tampoco entiende sus cambios de humor, no sabe por qué quiere ser adulto ya para hacer lo que le dé la gana y a la vez tiene pánico a ello…y por lo tanto, se sienten perdidos.

Esta confusión provoca que el adolescente en algunas situaciones reaccione como un niño pequeño y en otras nos sorprenda con respuestas, hasta cierto punto, maduras; o que en otras ocasiones pidan que se les trate o “apapache” como a un niño chiquito y en otras exija las libertades de un adulto. Y esta contradicción, hace que a su vez, también provoqueun gran desconcierto en los padres que no logran definir claramente cómo tratar a su hijo adolescente, y es aquí donde posiblemente se cuestionen “¿mi hijo sigue siendo un niño o ya es un adulto?” y en la búsqueda de la respuesta de cómo tratar a sus hijos adolescentes, se desencadenan una serie de conflictos que pone en revolución la calma de cualquier hogar.

Para ello, me atrevo a decirles que intenten comprender y aceptar que sus hijos son solo adolescentes y que dejen que su adolescente sea solo eso, un adolescente, qué del mismo modo que todavía no son adultos, no han dejado de ser niños.

Y aunque sé que esto descoloca y altera a muchos padres, al darse cuenta de que no saben cómo manejar esta indefinición, es parte de la normalidad de la etapa de la adolescencia. Y para mí es fundamental recordarles que aunque esta etapa de la vida está llena de inestabilidades y confusiones, que el adolescente a pesar que cada vez son más adultos, y por lo tanto, pueden tomar cada vez más decisiones, no pueden hacer siempre lo que ellos desean. Es necesario que los padres pongan límites que les transmitan criterios a sus hijos, que los tranquilice, ya que ayudan a interiorizar qué puede hacer y qué no puede hacer. Asimismo, los límites reafirman su personalidad, sus ideas, su autoestima, enseñan disciplina y dan seguridad al hacer sentir al adolescente que están en un terreno sólido, aunque parezca que los frustra, los enoja, les genere rabia y terminen confrontando a los padres, los límites son inyecciones de seguridad, pues un adolescente quizá cree que quiere hacer lo que quiera, pero su psique necesita la tranquilidad de estos.

Pero no quiero sonar pesimista en relación a la adolescencia ya que es un proceso cargado de aprendizajes y en lo que se logra entender que mi hijo ya no es un niño pero tampoco llega a las implicaciones de la etapa adulta, hay que amarlos, disfrutar de ellos, intentar ejercer las funciones materna y paterna de la mejor manera posible y formar un buen vínculo con ellos para entender sus necesidades. Además, también es fundamental transmitir ilusión, alegría y felicidad a los hijos.  Por eso recomiendo reflexionar con cierta persistencia sobre lo que implica este viaje tan interesante que es ser padres de un adolescente. Un viaje precioso en el que es cierto, se esperan discusiones, conflictos, dudas, situaciones inesperadas, pero también hermosas vivencias inigualables, llenas de un amor único y especial que solo los hijos nos pueden regalar.