México y el índice de desarrollo humano

Por: Eduardo Sánchez

Cerca de finalizar el año 2019, México se ubicó en el lugar 74 de 189 países en desarrollo humano, con un índice de 0.774, superior al 0.758, de los países de América Latina y el Caribe. La evaluación es parte del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNDU), y toma en cuenta las dimensiones de salud, educación e ingresos. Los indicadores son: esperanza de vida al nacer, años de escolaridad esperados, grado promedio de escolaridad, ingreso nacional bruto per cápita.

El primero de ellos es de 77.3 años de vida, 6.8 años menos que Hong Kong, que se encuentra en primer lugar, aunque superior al de América Latina, que es de 75.7 años. En años de escolaridad esperados, una persona en nuestro país puede recibir 14.1 años de estudio, esto es, hasta dos años de nivel superior, lo que significa el lugar 75 del mundo. En este aspecto, México se encuentra abajo del promedio de Latinoamérica, de 14.4, en tanto el primer lugar lo ocupa Australia, con 22.9 años esperados.

El tercer indicador muestra un grado promedio de escolaridad en la república mexicana de 8.6 años, o sea, tercer año de secundaria sin concluir. México se ubica aquí en el lugar 108, mientras que comparado con América Latina no existe una gran diferencia, ya que el promedio en la región es de 8.5 años. El primer lugar mundial lo ocupa Alemania, con 14.1 años de escolaridad, que alcanza para estudios de educación superior.

El ingreso nacional bruto per cápita representa los ingresos agregados de toda la economía entre la población. Esta cifra asciende a 16 994 dólares, que ubica a México en el lugar 67 del mundo. Si en la década de los 90, el índice se incrementó en cinco por ciento, entre los años 2000 y 2010 subió un cuatro por ciento, y el año de 2017 ascendió sólo 0.2 por ciento.

Los cuatro indicadores permiten inferir el bajo o insuficiente impacto de las políticas públicas en el país y toda acción tendiente a estimular un estado de desarrollo y bienestar en la población. Además, es posible identificar una relación entre variables, por ejemplo, el promedio de escolaridad, de secundaria sin concluir, limita drásticamente el desarrollo de las potencialidades humanas. Aunque es justo reconocer que existen personas que sin una alta escolaridad han llegado a ser personas productivas dentro de lo legal y además han aportado a la sociedad en sus respectivos campos de acción, el que nos encontremos en semejante promedio de escolaridad significa una capacidad apenas básica para seleccionar, procesar y analizar información, incluyendo el uso de medios tecnológicos; junto a esto, también se presentan reducidos hábitos y capacidades lectoras y poco contacto con actividades artísticas y culturales, entre otros aspectos. Una ciudadanía con escaso nivel cognitivo y cultural contribuye muy poco al avance social. Si a esto se agregan actos de corrupción y simulación, la situación se complica aún más, en vista de que los patrones negativos buscan cómo mantenerse y presentan una gran resistencia al cambio.

Por esto, es conveniente que la sociedad civil impulse desde sus diversos frentes, acciones encaminadas al desarrollo de las potencialidades humanas, para de esta manera concienciar a la población sobre la importancia de la educación de calidad y de preservar la salud física y mental, De esta forma podría lograrse mayor eficacia en las políticas públicas y así el país incremente el índice de desarrollo humano en todos sus indicadores.
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