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Las Plumas

Los jóvenes y el voto

La inquietud o la preocupación ante la eventualidad de que ellos no acudan a las urnas, siempre es manifiesta en épocas como las de hoy...

Los jóvenes y el voto

Por lo visto, el propio de los jóvenes se mantiene como el sector de población quizá más codiciado en el proceso electoral de este año y cuyo desenlace cada vez está más cercano. Por lo visto, todo mundo quiere o se ilusiona con el hecho (que es más bien una eventualidad hasta ahora) de que la juventud se apersone copiosamente en las urnas.

Sin embargo, hasta ahora no hay ninguna garantía cierta de que las cosas en la materia vayan a ser así. Ciertamente, un propósito como el descrito puede resultar mucho más fácil enunciarlo que presenciar su traducción convertido en realidad. Es claro que los hechos al respecto no deberían tener la indeseable coloración con que se les describe. Y quizá hasta parecería injusto suscribir un enfoque de esta naturaleza.

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El problema es que ya se ha dicho y escrito mucho sobre el abstencionismo en general que es propio de un país como el nuestro, y del que, particularmente, protagonizan los jóvenes. En efecto, esta parecería una melodía entonada una y otra vez. Y, de todas maneras, la inquietud o la preocupación ante la eventualidad de que ellos no acudan a las urnas, siempre es manifiesta en épocas como las de hoy.

Con la finalidad de que no ocurra así, por lo menos en el ámbito municipal, en Cajeme se ha puesto en marcha una actividad con la mira de promover el voto libre de todos los ciudadanos, lo que no deja de ser un propósito loable y merecedor de toda la buena suerte que sea posible invocar. La iniciativa al respecto es de la organización denominada Cajeme Unido, donde figuran organismos empresariales y de la sociedad civil. Allí tienen un programa que en su denominación se explica por sí solo. Se llama así: "México vota, México gana".

En ese contexto se está dando un reconocible énfasis al denominado voto joven con eventos artísticos y culturales en escuelas preparatorias y universidades (principalmente) de Cajeme. En todo esto no hay colores partidistas de por medio. Se utilizan tonos neutrales. Datos como los anteriores fueron comentados en público por Jairzinho Castro Rivera, vocero del organismo Cajeme Unido. Por supuesto que una labor como la que se comenta debe ser reconocida en su indudable y propio valor, sin dejar de advertir el talante de los escollos con que puede topar.

Por razones que pueden ser luminosamente claras o complicadas en extremo, la actitud abstencionista de los jóvenes en un país como el nuestro es algo sabido y vuelto a saber cada vez que hay márgenes propios para ello. Siempre ha sido así a lo largo de los años. No hay recuerdo a la mano de que, por ejemplo, alguna vez alguien en campaña se haya ostentado, oficialmente, como el candidato de los jóvenes. A lo mejor sí.

El caso es que hoy por hoy, en términos electorales, se está de nuevo en presencia de lo que acaso tendría que considerarse como una especie de necesidad política de primer orden: que la juventud se apersone en las urnas. A los partidos políticos más significativos les importa sobremanera que este sector de población quiebre por fin su reconocida indiferencia (o rechazo) por todo lo que huela o suene a política (y políticos), incluidas las elecciones.

Aunque quizá hechos como los anteriores ya no son tan vigentes o actuales como lo resultaron en otros ayeres. Esto viene a mención porque, recientemente, una impresionante cantidad de jóvenes participó en un simulacro electoral en el contexto de la elección presidencial. Quiere esto decir que más de 300 mil estudiantes de las instituciones de nivel superior más importantes del país, votaron en este original ejercicio que le dio el triunfo a Claudia Sheinbaum, el cual tuvo lugar en los 32 estados del país.

El evento fue denominado Simulacro Electoral Universitario. Vale repetir el número de sus participantes: más de 300 mil estudiantes de nivel medio y superior. Estamos hablando de instituciones como la UNAM, el IPN, la UPN, la UdG, entre otras muchas más. Como queda en evidencia, en este particular caso se tiene un ejemplo de marcado interés político y electoral por parte de un cuantioso número de jóvenes estudiantes. Quizá una actitud como la de ellos no abata por arte de magia el ejercicio abstencionista juvenil tan notorio en un país como el nuestro. Pero, sin duda, es preciso valorarlo como una actitud que acaso presagie cambios notables en la conducta electoral que se comenta.

La gran prueba en la materia será el día de las elecciones que están ya a la vuelta de la esquina. Obviamente, cuando se hagan las cuentas respectivas, se verá el comportamiento juvenil en la materia. Y entonces se advertirá, sin ninguna duda, si prevaleció su actitud habitual de negación ante las urnas o de aprecio por el ejercicio de votar. He allí la disyuntiva...

armentabalderramagerardo@gmail.com