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Las Plumas

Los cantantes de ópera y sus conciertos

Asegurar el éxito; recurren a la variedad de música a fin de conectar con el público, sin subestimarlo con su programa

Jesús Carvajal Moncada

Los conciertos de ópera, por lo menos los del Festival Alfonso Ortiz Tirado (FAOT) han seguido un patrón similar en años recientes, que muy probablemente también es parte de eventos similares. Los programas que presentan los cantantes incluyen temas populares, y esto no es necesariamente algo sorpresivo en sí, ya que, si no se desempeñan en una ópera propiamente, tienen la oportunidad de variar su repertorio. No obstante, temas como Granada, Bésame mucho, Cuando vuelva a tu lado y Júrame, entre otros, se han convertido en una constante en cada función. Si bien no son exactamente los mismos en cada ejecutante, sí se escuchan recurrentemente.

En el recientemente concluido festival en la ciudad de Álamos, Sonora, el crítico de música y comentarista para televisión en las noches de gala, Juan Arturo Brenan, prometió tratar de esclarecer esta situación. No alcancé a escuchar su análisis, pero considero que el tocar fibras populares en el público les da la oportunidad a tenores, sopranos, mezzosopranos, barítonos y bajos, de tener un mayor acercamiento con la audiencia, de conectar con los asistentes o, por lo menos, ellos piensan que es mejor que si se tratase de un recital únicamente compuesto por arias de ópera, que podrían resultar desconocidas para una gran parte de los asistentes, o más difíciles de entender. Otra explicación es que los temas populares no exigen un registro vocal tan alto, como el caso de la ópera, y de esta forma, no hacen tanto esfuerzo con su voz.

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Plácido Domingo incluye un repertorio variado en sus conciertos, y lo hacía también el desaparecido Luciano Pavarotti. Incluso, cuando Domingo se presentó en la ciudad de Hermosillo, en el año 2016, también cantó Granada, pero su lista de canciones no necesariamente es la misma en cada presentación. Es muy probable que lo visto en México y en Álamos, específicamente, sea una fórmula seguida por los cantantes para tratar de asegurar que el público salga contento y su recital se considere como un éxito, como el subir un mariachi al escenario, algo totalmente innecesario en realidad. De cualquier forma, no deben olvidar que su presencia en escena constituye una oportunidad para escucharlos en su especialidad, el canto operístico y no deben subestimar al público al respecto de su capacidad de apreciación.

Un caso aparte es el de Susana Zabaleta, programada en el Festival Ortiz Tirado para atraer público, seguramente, más que por poseer una trayectoria en la ópera. Su desempeño en el escenario la hacía parecer como si estuviese en un cabaret, tratando de hacer reír a la gente fácilmente y cayendo en la vulgaridad constantemente. La cantante solicitó que expulsaran del lugar a una persona por hablar constantemente, lo que no resulta raro, si es una interferencia al concierto, sólo que pudo haberlo hecho de forma respetuosa.

En cambio, los programas de Lourdes Ambriz, quien recibió la medalla del Festival Alfonso Ortiz Tirado, y María Li, reconocida como el talento joven, mostraron equilibrio en su conformación, lo que propició el seguimiento de los mismos por la audiencia y mantuvo su interés. Aunque haya variedad, se requiere continuidad y congruencia entre las piezas musicales de acuerdo con los objetivos del evento en turno. Este es un tema en que los organizadores y la prensa podrían enfatizar, así como un motivo de reflexión para los cantantes en futuras ediciones.