Los candidatos
Los candidatos saben de todo, aunque sea poquito, o al menos hacen lo posible por aparentar que lo saben...
Abril y mayo es el mes de los candidatos, hay candidatos para todo, a alcaldes, diputados locales y federales, senadoras y presidente de la República. A querer y no estas obligados a escuchar un sinnúmero de promesas de decenas de pretensos, quizá todas ellas sean las mismas que se han hecho en elecciones anteriores y en variadas ocasiones por los mismos actores. Así pues, son promesas viejas, tan viejas que varios de quienes las hacen se las saben de memoria, todo porque las han pronunciado en dos o tres veces anteriormente, en consecuencia, han permanecido por mucho tiempo incumplidas.
Los candidatos van como los vendedores ambulantes, de lugar en lugar, de plaza en plaza, de pueblo en pueblo, a vender sus promesas; otros con técnicas más sofisticadas y estudios de mercadotecnia crean esperanzas.
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Todos son amables, simpáticos, en algunos casos encantadores, saludan de mano, de beso, de abrazo, cuando no pueden hacerlo de esa manera, agitan sus manos y mandan besos por aire, se aprietan el lado izquierdo del pecho, es decir dónde va el corazón, como diciendo yo los amo. También nunca les falta un frasquito de desinfectante para limpiarse sus manos continuamente.
Los aspirantes a donde van llevan souvenirs, es decir recuerditos.
Sin embargo, no todos a quienes se dirigen, o sea a aquellos que les llevan sus mensajes, sus discursos, se ven realmente convencidos, a ellos en sus ojos se les puede leer la incertidumbre, lo que sienten, como queriéndoles decir: como me dan ganas de creerles.
Los candidatos, a las plazas públicas donde asisten llevan música de todo tipo, y bailan al son que les tocan: disco, rock, cumbias, tambora, corridos tumbados. Hay algunos que en ocasiones se visten de manera diferente a como comúnmente suelen hacerlo, se visten de pantalón vaquero, camisa a cuadros, botas y sombrero, como si fueran a arrear ganado.
Los candidatos saben de todo, aunque sea poquito, o al menos hacen lo posible por aparentar que lo saben. Son experto en agricultura, ganadería, porcicultura, medicina, psicología, economía, finanzas, etc. conocen lo relacionado con el litio, saben de leyes, manejan a la perfección la constitución de la república, la constitución del estado, todos los reglamentos municipales y de la misma manera manejan a la perfección la ley de amparo y todos los códigos. También les da por ser especialistas en historia.
Regularmente se dicen amigos de los indígenas, como cosa común todos manejan el lema de primero los pobres.
Ningunos de ellos tiene cara de amargado, son risueños, así como si siempre les estuvieran haciendo cosquillas.
Algunos candidatos, hombres y mujeres, cada tres años, otros cada seis sufren metamorfosis, específicamente se convierten en filántropos. Aparte de repartir sonrisas, de dar abrazos y en ocasiones besos, también se desprenden de cosas materiales, entre estas, regalan bolsas con mandadito, que incluye azúcar, frijol aceite, café, jabón, arroz, harina, papel higiénico, pastas, tantito de cada cosa, que sirva para completar una diminuta despensa. Hay quienes también regalan pelotas. Y desde luego llevan centenares de cartones donde van sus retratos.
Hay quienes forman poco antes de iniciar las campañas, agrupaciones de las llamadas civiles, que su objeto social es el de llevar ayuda a los más necesitados, y plasmada también la frase vieja de ayudar a lo que menos tienen.
Los candidatos van siempre a recorrer los barrios pobres, según dicen para conocer de sus habitantes y de primera mano sus necesidades, recogen de entre el público pliegos petitorias, luego con una amplia sonrisa les dicen: después de las elecciones tendrán respuestas.
Los candidatos (as) son hombres buenos o hacen todo lo posible por aparentar serlo y de tan buenos que son hay quienes ya repiten ese intento en más de una vez; ellos en su lenguaje lo llaman “estar dispuestos a sacrificarse en aras de servir al pueblo”.
Otros, cuando están ocupando ya un puesto de elección, como cosa de nada hacen propuestas a las estancias correspondientes, unas sin sentido y otras regularmente en el mismo tenor, a no ser que ellos en su amplia inteligencia se lo encuentren, por ejemplo, proponen transformar la historia y quitar eso de la no reelección, lema que al fin y al cabo de tan viejo dejó ya de tener sentido y está ya en completo desuso.
Los pretensos como regla, en sus campañas hablan mal unos de otros, por lo tanto, no se tienen respeto y algo que muchos ciudadanos tratan de explicarse y no logran hacerlo, es el hecho de que los candidatos de repente son de derecha y luego, inexplicablemente son de izquierda; como diciendo, a la moda lo que se acomoda.
Los candidatos son pacientes, tienen el don de la perseverancia, en el caso de perder la elección de hoy, ya tienen dentro de sus planes y proyectos, volverlo a intentar mañana, es decir, tomaran a pie puntilla aquel canto de Óscar Chávez que dice: curul (bien puede ser cualquier otro puesto de elección popular) ya me despido, volveré dentro de tres años, traeré nuevos rebaños, a ver si así me va mejor.