Las desigualdades
Excluir, rechazar e ignorar a los Mayos no nos permitirá apreciar la riqueza cultural que nos aportan y nos forman como seres humanos
Cuando recorremos nuestras comunidades y contemplamos la riqueza histórica y cultural de nuestras tradiciones nos permitimos apreciar un gran momento donde el tiempo se detiene, como las mismas piedras.
En las tradiciones mayos existe lealtad hacia el pueblo, seguro estoy que Dios no alcanza a llorar por la marginación en que vive nuestra etnia, el sueño de la esperanza se ha convertido en un largo mar, donde los hijos de nadie, en pleno abandono, siguen firmes y leales a sus convicciones, sus tradiciones para seguirlas preservando.
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Las tradicionales fiestas indígenas son la expresión viva de nuestra herencia histórica, que nuestros antepasados nos han dejado y que ellos han conservado, y transformado, a través de los años, pero que a pesar del tiempo y de los cambios que han sufrido, nos recuerdan de dónde venimos y cuáles son nuestras raíces.
La música, la danza, las alabanzas, dan pie a una manifestación, donde la unión y amistad, hacen lo posible acercarse a lo divino, para pedir por la fertilidad y el desarrollo de nuestras tierras.
En Sonora, existen considerables rezagos históricos que han limitado el desarrollo cultural, desde un corporativismo basado en el pensamiento pragmático que se refleja en la burocracia cultural e institucional, que ha privilegiado el desarrollo del materialismo cultural.
Esto se refleja en todos los espacios, desde un pequeño poblado, donde los habitantes en general desean imitar la forma de vestir y las prácticas sociales del rico de la comunidad, hasta la ciudad, donde el progreso material de la clase pudiente, se impone como modelo perfecto para ser imitado por el conglomerado social, esta concepción materialista, está relacionada principalmente con criterios económicos, a la fácil retribución de recompensas y a la obtención del lucro inmediato.
De ahí se explica la preferencia por el tiempo presente y el rechazo generalizado a todo aquello que nos recuerde el pasado y que posibilite fortalecer nuestra identidad. Por ello, es común observar la destrucción de sitios y monumentos históricos relevantes en las diferentes poblaciones del estado.
De igual manera, este desdén por la historia y la cultura, se refleja claramente en la falta de interés por rescatar la tradición oral y escrita de nuestros ancestros. Por eso, en nuestro estado, es prioritario el rescate de estos documentos y testimonios históricos, que tanto se ha postergado.
Urge iniciar un trabajo de rescate y saneamiento por nuestros espacios y sitios que representan un patrimonio cultural e histórico para nuestra región, como lo es el mismo centro histórico del Pueblo Viejo de Navojoa, el panteón que se encuentra ubicado por el Callejón del Burro, la cruz jesuita que se embiste rumbo a San Ignacio Cohuirimpo, y el Museo de Sitio Tehuelibampo.
En las comunidades rurales de la Región del Mayo, existen grandes problemas de acceso a servicios básicos esenciales que posibilitan una calidad de vida como: los servicios de salud, saneamiento, agua potable, vivienda digna, escolaridad y educación, agregando además la impartición de justicia y cumplimiento efectivo de derechos los universalmente consagrados: económicos, sociales, culturales, políticos, civiles.
Reconocer el valor e importancia de nuestro grupo étnico Mayo, y de los diversos grupos indígenas de Sonora, es responsabilidad de todos los sectores de nuestra sociedad, la belleza de la cultura indígena en su esencia, alma y espíritu, forman parte de esa diversidad cultural que le da sabor a nuestras vidas. Excluirlos, rechazarlos e ignorarlos, no nos permitirá apreciar la riqueza cultural que nos aportan y nos forman como seres humanos, capaces de reconocer al otro y apreciar la otredad para convivir con un desarrollo intercultural en la región.