La sucesión alebresta al Ejército
El malestar de algunos comandantes se expresa mediante mensajes cifrados en el sentido de que se opondrían a la llegada de Omar García Harfuch
Quien gane la ya próxima elección tendrá que determinar el peso que asignará durante su gobierno al Ejército en la vida civil del país; si conserva su preponderancia o la reduce, por motivos políticos, económicos, incluso por razones de estado. Deberá hacerlo con urgencia, porque la jerarquía militar ya exhibe crecientes fricciones internas para influir sobre quién será el sucesor del actual titular, general Luis Crescencio Sandoval.
Los cabildeos sobre el próximo secretario de la Defensa han convergido muy prematuramente en torno a tres nombres: los generales Gabriel García Rincón, actual subsecretario; Ricardo Trevilla Trejo, jefe del Estado Mayor Conjunto, y Gustavo Vallejo, promovido apenas en noviembre pasado a general de división, al tiempo que desde las mañaneras presidenciales se le proyectaba como el rostro de la milicia constructora de las obras emblemáticas del gobierno López Obrador, en particular el aeropuerto “Felipe Ángeles” y el Tren Maya.
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El presente gobierno triplicará sobradamente el número de obra encomendadas a los militares en los dos sexenios previos. Entre 2006 y 2018 (con Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto), la cifra fue de 851 proyectos. Sólo en el lapso de 2019 y 2023, se acumularon 2,823 obras, con gasto superior a los 190,000 millones de pesos. Pero en los tres sexenios la Defensa ha impuesto una operación carente de transparencia sobre el manejo de los recursos encomendados, los términos de los convenios establecidos para ello, así como en las condiciones bajo las que se asignan contratos a empresas privadas que participan en estos trabajos, según documentan múltiples investigaciones, entre ellas del Instituto Mexicano para la Competencia (IMCO).
Si la ambición por dominar ese estado de cosas no fuera suficiente motivo para explicar la tensa atmósfera en el estamento militar, se le debe sumar la pugna que atravesó todo el gobierno López Obrador para determinar si la Guardia Nacional debe formar parte de las fuerzas armadas -todo un nuevo vector, al nivel del ejército, la fuerza aérea y la Marina-, o mantenerse en manos civiles, como lo dispone hasta ahora la Constitución, según ha sentenciada la Corte.
El ya patente malestar de algunos comandantes uniformados se expresa ahora mediante mensajes cifrados en el sentido de que se opondrían a la llegada de Omar García Harfuch como secretario de Seguridad en un eventual gobierno de Claudia Sheinbaum -de quien es uno de sus colaboradores clave-, pues ello anticiparía que la Guardia Nacional no regresará al control de la milicia y ésta perderá su preminencia en la estrategia del combate al crimen organizado.
La sorda pugna en torno a los citados generales García Rincón, Trevilla y Vallejo puede atraer un desgaste tan agudo que podría volver inelegibles a cualquiera de los tres. Lo mismo se argumenta que el primero de ellos fue formado en las mismas instituciones miliares norteamericanos que moldearon a toda una generación de dictadores latinoamericanos, o se describe a Trevilla como el otrora cabildero del ejército ante los medios de comunicación, surgido no de la Infantería, sino de la Caballería, un “ámbito menor”. Mientras sobre Vallejo se “descubren” audios sobre aparentes negocios sucios en las referidas grandes obras.
En esta misma línea funcionan los indicios de que el actual secretario, Luis Crescencio Sandoval, ha buscado impulsar a García Rincón ante el presidente López Obrador, asumiendo que la doctora Sheinbaum serán su sucesora y que el tabasqueño se lo impondrá.
Y eso que ni siquiera hemos llegado a las elecciones…
Reporte del IMCO sobre obras desempeñadas durante los últimos tres sexenios.
https://imco.org.mx/la-participacion-de-la-secretaria-de-la-defensa-nacional-en-obras-publicas-alcanza-un-nivel-sin-precedentes/