En el caso de que usted no haya escuchado hablar sobre este lejano país, comenzaremos por entender el contexto. Nepal es un país del continente asiático situado a las faldas del Himalaya, la cordillera montañosa más alta del mundo, con una alta influencia budista y una amplia cultura que gira alrededor de estos temas. Nepal cuenta con una población de 30 millones de habitantes que, según los números, cuentan con un Índice de Desarrollo Humano de nivel medio; es decir, sus habitantes cuentan con un nivel de vida promedio en comparación de otras naciones a nivel mundial.
Este modesto país ha dado de qué hablar recientemente, y los sucesos ocurridos durante las últimas semanas pudiesen ser vistos como un posible futuro que nos espera a las demás naciones con las nuevas generaciones, pero, sobre todo, con la apabullante llegada de tecnologías como la Inteligencia Artificial y las redes sociales.
En primera instancia, podemos afirmar que, a pesar de que en Nepal persiste una especie de Gobierno republicano desde 2008, luego de que se aboliera una monarquía con más de 200 años de historia, los gobiernos actuales han sido objeto de críticas e inestabilidad política ligada a temas de corrupción dentro de sus mandatos.
Sin embargo, esto no es muy diferente a la realidad que viven países de la región, lo que en este caso llama la atención es un par de temas que provocaron una rebelión social que llegó al grado de derrocar al primer ministro y desembocar en, por lo menos, 22 muertes durante las manifestaciones. Primero, el fondo del conflicto radica, no solamente en la corrupción y descontento social, sino más bien en la prohibición gubernamental de 26 plataformas de redes sociales, dentro de las cuales se encuentran Facebook, WhatsApp, YouTube, Instagram, entre otras. Asimismo, uno de los puntos más importantes de esta rebelión son los artífices de dichas manifestaciones, ya que, lejos de lo que pudiéramos pensar sobre los jóvenes de la generación "Z", a veces también llamada de "cristal" por su fragilidad y nuevas ideas alejadas al tradicionalismo en el que poco les importa (aparentemente) la vida política de su país, esta vez llamaron la atención de gran parte de la población mundial al ser los portavoces de una lucha social que tenía años cocinándose sin que pudieran lograr sus objetivos, por lo que, en esta ocasión las manifestaciones tienen como origen a jóvenes que van desde los 12 hasta los 30 años, lo que por una parte significa que no están tan alejados con lo que pasa en su comunidad y, por otra, que cuando les tocan los temas para ellos sensibles, tienen también la capacidad para levantarse y generar cambios del calado anterior.
Más allá de hablar sobre el fondo político del derrocamiento de un Gobierno, lo interesante en este caso es la llegada de los nuevos motivantes sociales para el cambio. Es decir, en un país donde las injusticias, la corrupción y el mal Gobierno no eran suficientes para cambiar de Gobierno, la prohibición de redes sociales, al que muchos pudieran llamar un "mundo ficticio", provocó en los jóvenes la indignación tal como para generar un cambio profundo en el rumbo que lleva el Gobierno de su país.
De igual forma, visto desde el otro lado de la mesa, la llegada de las redes sociales, la Inteligencia Artificial, la época del extravío de la verdad y las apariencias, es para los gobiernos del mundo un reto enfrentar la llegada intempestiva y fugaz de nuevas tecnologías que si bien ayudan al ser humano en sus tareas y avance en conocimiento, también representan retos importantes para salvaguardar el orden y la gobernabilidad en momentos donde la verdad es manipulable y la realidad está en tela de duda al alcance de un solo clic.
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