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Las Plumas

El novio de mi mamá

En una de esas escapaditas de sus “responsabilidades” con sus amistades, conoció a quien sería mi padre

Jesús Huerta Suárez

Justo cuando menos imaginara que pasaría, sucedió. Y es que desde que mi madre quedó viuda hace más de 25 años, yo en son de broma le decía que se buscará un novio que la quisiera y que de pasadita, la mantuviera; ella siempre contestaba lo mismo: “¡Estás loco, tú!”

Yo lo decía en serio, pues sé que mi mamá casi nunca tuvo tiempo para ella. Desde niña le tocó, por ser la mayor, la responsabilidad de encargarse de sus 12 hermanos y de parte de los quehaceres de la casa. Les ayudaba con sus tareas, los llevaba a la escuela, les preparaba de comer, los entretenía y hasta los tenía que bañar, según me contó, por lo que nunca tuvo tiempo de vivir su vida libremente.

Años después, en una de esas pocas escapaditas que se dio de sus “responsabilidades” con sus amigas, conoció a quien sería mi padre. Él era un hombre atractivo, cuenta mi madre, quien a base de palabras bonitas y una que otra rosa logró enamorarla y al año de noviazgo se casaron.

Más tardó en llegar el verano que la Cigüeña. Y así, poco a poco y mes tras mes su casa se fue llenando de hijos. No tantos como los que tuvo mi abuela, pero si la mitad.

Con la llegada de cada retoño fueron apareciendo cada vez más responsabilidades de educación, atenciones y económicas como suele ser.  Desde casi recién casados mi madre se dio cuenta que a él, más que trabajar, le gustaba salir a divertirse con sus amigos, echarse la copita y sobre todo quedarse hasta tarde en la cama, motivos suficientes para no lograr tener un trabajo estable, por lo que ella tenía que salir al quite para mantener a la familia. Total, que desde que ella tenía uso de razón se había dedicado a trabajar y a complacer a todos, menos a ella.

Después de que todos mis hermanos se casaron ella se sintió muy sola y comenzó a ir hasta dos veces a misa con tal de salir un poco. En una de las kermeses que se organizan en la iglesia conoció al señor que cantaba la lotería. Poco a poco se fueron tratando y ambos viudos, se dieron cuenta que la pasaban muy bien juntos, hasta que él se hizo de valor y le declaró su amor. Ella le dijo que lo tendría que pensar muy bien, que ya no eran unos chiquillos para andar de manitas sudadas. Él le dijo que se tomara su tiempo. 15 días después le dijo que sí quería ser su novia. Desde entonces mi madre, de 77 años, luce sonriente y optimista. Por supuesto que no le gusta que su novio la abrace o la bese enfrente de la gente. Ella le quita la mano y se pone roja, él sólo se ríe pues sabe que en el fondo ella lo quiere. Cuando van a misa, ella le pide que entre un poco antes para no entrar juntos pues qué va a pensar la gente, dice…

Pasar el 14 de febrero, el mero día del amor y la amistad con unos novios de casi 80 años, me permitió darme cuenta que es cierto eso de que para el amor no hay edades, ¿verdad?

“Dame amor, dame amor, dame paz mental”: GEORGE HARRISON

Jesushuerta3000@hotmail.com