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Las Plumas

El héroe y el bandolero

No se trata del personaje de quien se profundice en su vida privada para exponer la contradicción entre ésta y su proceder público

Jesús Carvajal Moncada

Durante muchos años, la historia guardó a sus héroes como símbolos de la libertad, la justicia, la soberanía y la patria misma. Aunque ha sido un hecho que dichas personas tuvieron sus errores, contradicciones y defectos, como humanos que fueron, por lo general se ha tratado de mantener una imagen positiva, basada en acciones que han quedado plasmadas en la historia del país, como es el caso de los protagonistas de la guerra de independencia, la reforma y la revolución mexicana.

No obstante, la sociedad ha vivido movimientos que revisan las circunstancias que rodearon a determinados acontecimientos, por una parte, a la vez de indagar en la vida de nuestros héroes nacionales y en la toma de decisiones importantes, para conocerlos mejor y entender la esencia de sus actos.

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El caso al que me refiero, de Francisco Villa, no se trata del personaje de quien se profundice en su vida privada para exponer la contradicción entre ésta y su proceder público, sino que se ha expuesto su faceta de asesino y violador. Uno de los hechos comentados recientemente, con motivo del centenario de su asesinato, el 20 de julio de 1923., fue la matanza de San Pedro de la Cueva, población sonorense, ocurrido el 2 de diciembre de 1915, cuando pobladores del lugar atacaron a miembros del ejército de Villa al confundirlos con bandoleros. Esta acción enfureció al general revolucionario, quien decidió fusilar a todos los hombres del pueblo y tomar a las mujeres para violarlas.

Ante la insistencia del padre del lugar, Andrés Flores, para detener los fusilamientos, Villa le disparó en la cabeza para sumar una víctima más, las cuales ascendieron a 83, casi la totalidad de los habitantes, de no ser porque uno de los militares villistas se opuso a continuar con la masacre.

La matanza de civiles que el llamado “Centauro del Norte” llevó a cabo en Sonora, no fue la única de este tipo. Se han documentado abusos de su ejército en otras locaciones, ante seres humanos que no eran sus enemigos, sino parte del pueblo que supuestamente estaba dedicado a defender. Incluso, invadió la ciudad norteamericana de Columbus, donde se llevaron a cabo saqueos y violaciones.

La figura de Villa es interesante y compleja, sin lugar a dudas. Muy probablemente, representa junto con Zapata los ideales de libertad y justicia del pueblo mexicano. Lo negativo es que haya cruzado la línea que separa la justicia de la venganza. Ciertamente, la facción villista no fue la única en cometer excesos, pero tal vez, una de las que mayor crudeza mostró en ello. Aunque lo político es considerado como el principal factor para fraguar el atentado que lo llevó a la muerte, el que se haya excedido en sus acciones de justicia y reivindicación, seguramente tuvieron una influencia enorme también en dicho complot mortal.

Es importante, y justo, reconocer su aportación a la lucha revolucionaria, pero también lo es, tener presente la otra parte, la de sanguinario, asesino y violador, así como el cuestionar si merece homenajes por parte del ayuntamiento local y que el gobierno federal haya considerado 2023 como “El año de Francisco Villa”. En una época donde los héroes históricos son más humanos que nunca, el lado bandolero de Francisco Villa debe estar presente, para ser conscientes de que la muerte y el ultraje de gente inocente no deben formar parte de una revolución.