El cínico

Insisto, la semana laboral debería ser de martes a viernes, tal y como fue esta, que además del sábado y domingo, nos dio el lunes libre. Sí, suena a exceso de cinismo, sobre todo en estos tiempos en que el mundo no habla más que de crisis económica, de pandemias, de noticias falsas, de problemas existenciales, de políticos ineptos y de que hay que trabajar el doble para ganar si acaso lo mismo que antes. De cualquier manera, comienzo a creer que es cierto qué hasta que te conviertes en un cínico, comienzas a ser feliz (pregúntale a tu político más cercano), aunque, ser un cínico, no es necesariamente algo negativo.

Ser un cínico también es sinónimo de ser un sinvergüenza, de esos que no les da pena pararse frente a todos para compartir sus ideas y para defender sus convicciones, así las consideren descabelladas y sin sentido. De esos que no les apena andar con la ropa roída si se trae la conciencia íntegra. De los que llaman a las cosas por su nombre, aún a sabiendas, que los nombres de las cosas suelan escandalizar a más de uno; es decir, hablar de frente sobre la corrupción que nos está asfixiando; del hedonismo que nos seduce a todos sin distingo de clase por más que insista el Gobierno Federal; del nihilismo que nos tiene en duda; de las drogas (enervantes y económicas), que invaden nuestras calles, del sexo (cóncavo y convexo) que une y separa a la gente, de Dios y del diablo que en todo momento tratan de meterse en nuestra alma, y de tantas otras cosas de las cuales nos urge hablar para tratar de entender y asimilar lo que por vergüenza, callamos.



El cínico, también conocido como impúdico, pero en el buen sentido de la palabra; el impúdico que se atreve a desnudarse y mostrar ante todos sus... temores, sus alegrías y sus dudas. Impúdicos, aquellos que aún sin tener un cuerpo escultural y un cerebro genial, nos enseñan todo cuanto tienen con tal de compartir sus ruinas o sus tesoros.



El fresco y el insolente, que sin ser tendenciosos, esparcen belleza plástica por donde pasan. Insolentes que muestran su desenfado ante la falta de voluntad por superarse de los demás. De esos que te dicen tus errores sin más afán que querer ayudarte a superarlos, y que aceptan las críticas sin el tomarlo de manera personal y como si fueran el resultado de nuestras propias reflexiones.



El descocado y libertino que no duda en meterse en camisa de once varas con tal de enfrentar su ignorancia y sus demonios. Ése libertino que se da el lujo de derrochar sonrisas por donde va sin más interés que disipar su ser humano. Descocado por atrevido, y, descomunal, en su negativa a poseer lo que no le pertenece.



Si. Sí me caería bien olvidarme más seguido de relojes y de horarios y de fechas en el calendario, con tal de sumergirme más en mí mismo para encontrar el cómo acercarme a ti. No importa que en el proceso me llamen cínico, desvergonzado, fresco, indolente, atrevido, descocado, impúdico y demás. No olvides que, después de todo, me importa un bledo.


 "Sígueme que te sigo" Genesis

Jesushuerta3000@hotmail.com