Debates por las alcaldías
El tema de los suicidios
El lunes empezaron en Hermosillo los debates entre los candidatos que compiten por las alcaldías de algunos municipios de Sonora. La tanda fue abierta con los aspirantes en Guaymas. Ayer estaba programado para realizarse el evento con la participación de quienes figuran en Navojoa. Los encuentros son organizados por el Instituto Estatal Electoral y de Participación Ciudadana.
Al parecer, el primero de los debates a que se alude no generó durante su desarrollo mayores expectativas de interés, lo que por supuesto puede ser una nota atribuible a los protagonistas del debate. De alguna manera, parecería que todavía no termina de entenderse lo que simple y llanamente significa la palabra debate. Este es un término que, por la naturaleza de su significado, es preciso y obligatorio alejar radicalmente de exposiciones aburridas o dormilonas. En un debate no es necesariamente preciso que sus protagonistas se den hasta con la cubeta, o que manden recuerdos altisonantes a sus respectivas progenitoras, pero sí resulta exigible que cuestionen, objeten, ironicen, reclamen y acusen, dejando para después acartonadas o aburridas formas de cortesía en sus exposiciones.
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En términos generales, la cultura política imperante en un país como el nuestro terminó por neutralizar los debates como una dorada oportunidad de que sus participantes se digan las cosas que quieran decirse (con razonamientos de por medio), en lugar de fugaces alusiones dichas con extrema rapidez, a las que siguen las fábulas sobre obras por venir en las que nunca se afirma cuánto podrían costar. Por eso, hasta donde se entiende, el debate de quienes aspiran a la alcaldía de Guaymas no fue un ejercicio dialéctico merecedor de mayor recordación ciudadana.
Puestos en consideraciones de este tenor, debió ser necesario prestar atención a los pormenores del encuentro que debieron sostener ayer en Hermosillo quienes aspiran a ocupar la presidencia municipal de Navojoa. Como bien se sabe, se trata de una dama y tres caballeros: Berenice Jiménez Hernández, Jorge Alberto Elías Retes, Alfonso Domínguez y Jorge García de León. Por lo demás, se estará de acuerdo en que, en un lugar como el municipio navojoense, lo que sobran son temas o asuntos para debatir con seriedad y profundidad, lejos de la frivolidad y la demagogia trasnochadas Ojalá que lo hayan entendido así quienes debieron hacerlo.
Mientras tanto, lejos del tema anterior, la lectura de otro lleva a preguntar qué está pasando con los adolescentes, insertos en una impresionante espiral de suicidios. Leyó usted bien. Porque bien podría pensarse qué clase de razones pueden orillar a tomar decisiones de esa terrible naturaleza. Es obvio que a menudo esas motivaciones existen. Prueba de ello es que, por ejemplo, cada 40 segundos hay un suicidio en el mundo. También hay datos al respecto en un país como el nuestro.
Por ejemplo, hace dos años la cifra de suicidios se estableció en 8 mil 123 casos, en una tendencia de notable incremento con respecto al tiempo inmediatamente anterior. Como es obvio asumirlo, esta clase de pormenores tienen que ver con lo que se define como salud mental. Siempre se ha dado por hecho, o por lo menos desde que se pulieron los modos clínicos de abordar esta problemática, que las razones o motivos del suicidio tienen que ver precisamente con la salud mental.
No en balde se define que toda esta inclinación o decisión personal es precisamente un problema de salud mental. La seriedad o gravedad de esta situación se torna todavía más delicada de lo que ya es en sí, al tomar nota, como quedó en dichos renglones arriba, que el número de suicidios está aumentando entre los adolescentes, lo que, por supuesto, no deja de ser una mala nueva, sin soslayar que igualmente lamentable debe ser el hecho de que los adultos resuelvan escapar por la denominada puerta falsa.
En el caso de los jóvenes, una primera recomendación para maestros y padres de familia estriba en que adviertan los cambios de conducta que experimentan en un momento determinado. El siquiatra Juan Manuel Tong postuló, en declaraciones periodísticas, dijo que debe existir trabajo preventivo coordinado entre padres de familia y maestros. Así sería posible advertir las señales de los jóvenes en relación con sus cambios de conducta.
Es increíble que un cambio de conducta pueda eventualmente ser notificación de que algo mucho más drástico podría ocurrir a nivel personal. Pero es evidente que se trata de un mecanismo que puede remitir a indeseables esquemas trágicos. Un dato, quizá ignorado por el grueso de la población, señala que la tasa más alta de suicidios sucede entre los 25 y los 29 años de edad. Es entonces cuando por lo visto se asume la decisión de escapar por la puerta falsa, que no lo debe ser tanto, en virtud del número de suicidios que se registran.
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