El 23, 24 y 25 de septiembre de 2025, el Inali llevó a cabo una reunión de trabajo con integrantes de las comunidades yaquis, académicos de la Universidad del Pueblo Yaqui, maestros de Educación Indígena Área Yaqui, entre otros, en Cd. Obregón, para elaborar un plan de trabajo para aplicar un censo sociolingüístico en las comunidades yaquis.
Esto con el fin de dar seguimiento al convenio político entre el Gobierno de México y la Unesco en el marco del Decenio de las Lenguas en Riesgo 2022-2032.
Bajo este convenio, en la región se pretende conocer de forma concreta y clara la cantidad de hablantes en lengua yaqui en cada una de las comunidades asentadas en territorio yaqui y cuántos son bilingües yaqui-español.
Pero lo más importante es saber si la lengua yaqui está en riesgo de desaparecer en algún pueblo, ya que se percibe su disminución entre los yaquis en la actualidad, y poder crear o buscar estrategias para su revitalización.
En el campo educativo (Educación Indígena) ya se tienen indicadores que reflejan una clara desaparición de la lengua yaqui en niños y niñas yaquis, y aun con esa información no se han establecido institucionalmente programas para fortalecer el uso de la lengua yaqui.
Dentro del vasto territorio conformado por más de 50 comunidades y rancherías, hay comunidades que están en un riesgo extremo de que el habla de la lengua yaqui desaparezca, las cuales en su mayoría están a las orillas del territorio, cerca de la urbanización yori. Entre ellas se encuentran Tajimaroa, El Conti y Loma de Guamúchil por el lado este; por el lado suroeste están Bahía de Lobos, Colonia Militar y Tetabiate; y al oeste está la comunidad de Las Guásimas, aunque poblados como Pótam, Estación Vícam, Huírivis, Bataconcica perciben riesgos de desaparición o peligro de extinción de la lengua yaqui por el desplazamiento que hace el yori noki (español) en sus contextos culturales y sociales.
Esta acción del Inali (reducida) pudiera extenderse a un Comité comunitario lingüístico extenso, donde podrían participar otras instituciones educativas y culturales, así como escritores y promotores, para enfrentar con mayor peso esta amenaza de aculturación.
Esperemos que los resultados no sean demasiado desfavorables, y si así lo fueran, se creen programas para enfrentarlo.
Al inicio del Plan de Justicia para el Pueblo Yaqui, se hicieron intentos por establecer proyectos de enseñanza de la lengua yaqui, pero no tuvieron continuidad. Es importante que, en la segunda etapa del Plan de Justicia, la cultura y la lengua yaqui no queden en planes, sino que se concreten cada una de las acciones que fortalezcan la cultura y lengua yaqui.