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Las Plumas

Capacitistas y discriminativos

Antro, acusado de clasista y homofóbico, dio excusas absurdas para negar el acceso a tres jóvenes que sólo querían estrenar su INE


Durante el fin de semana, tres jóvenes decidieron salir a divertirse en uno de los pocos antros que hay en la ciudad, se alistaron con el entusiasmo de todo aquel que llega a la mayoría de edad: utilizar su credencial de elector.

Pero al llegar al establecimiento Monet (conocido por ser clasista y homofóbico) fueron discriminados.

El guardia les dio diversas excusas, muy absurdas, por cierto; les dijeron que no podían entrar por causa del Covid-19 y los contagios.

También les comentaron que se ocupaba una reservación, todo esto mientras más y más personas entraban y ellos esperaban afuera.

Al final, todo derivó en que se trataba de tres personas con síndrome de Down a las que les dijeron que “no sabían cómo iban a reaccionar adentro”.

Este caso solo deja en evidencia que Ciudad Obregón no avanza, sólo retrocede en temas de inclusión, pero va un paso adelante en discriminación, que a estas alturas del partido sigue encasillando a la gente con prejuicios, en este caso capacitistas.

Jessie, Axel y Paul forman parte de la asociación Red Down Obregón, que en redes sociales expuso lo vivido en este antro popular por discriminación, pues entre las excusas sin sentido, se les dijo a los acompañantes de los jóvenes que ellos sí podrían entrar.

Pero ¿qué es el capacitismo? Es una forma de discriminación o prejuicio social contra personas con discapacidad, o sea, se discrimina a las personas al considerar que hay unas que son más valiosas que otras.

En pocas palabras, es la exclusiónpor prejuicio social contra las personas con discapacidad. Incluye estereotipos dañinos, conceptos erróneos, barreras físicas y opresión en mayor escala.

A través de esta perspectiva se juzga a quienes son educables o productivos y a quienes no, creando una dinámica en la que se quita la autonomía e individualidad a personas con discapacidades.

En fin, esto solo deja en evidencia que en Cajeme u Obregón, como quieran llamarlo, los prejuicios están arraigados, junto con la falta de perspectiva, donde se hace menos a las personas por su color de piel, como si no proviniéramos todos del mestizaje; de la colonia donde se habita; la escuela en la que se estudió.

La expresión de género incluso es motivo de burla: un hombre con uñas pitadas o pelo largo es un escándalo en su entorno familiar o laboral.

Y como leí en redes: “Igual no podemos esperar mucho de este rancho, elitista, capacitista, homofóbico, machista...”