buscar noticiasbuscar noticias

Agua que se acaba




Hasta en los desiertos cada cierto tiempo llueve y resulta una bendición para los seres vivos que han sabido adaptarse a las condiciones de cada zona.

Por eso, los llamados de las autoridades para cuidar el agua no deben ser tirados a la basura.

Hoy, por ejemplo, las presas de Sonora tienen apenas tres mil 501 millones de metros cúbicos; es decir, un 44% de su capacidad y la que mayor porcentaje tiene de almacenado es “La Angostura”, con 699 millones de metros cúbicos, pero su capacidad apenas sí rebasa los 700 millones.

Pero las otras almacenadoras de las que depende el Valle del Yaqui, como “El Novillo”, llega apenas a mil 551 millones de metros cúbicos, un 54.8% de su capacidad total, y la “Oviáchic” tiene solamente mil millones de metros cúbicos, un 33.1% de su total almacenamiento.

Es cierto que se acaba de terminar el ciclo 2018-2019 y los riegos se llevaron una gran cantidad de agua, pero con el actual almacenaje no podría iniciarse el próximo.
Por eso, los productores sonorenses están rogando que llueva bien este verano. La esperanza de que eso suceda a partir de junio próximo es amplia, pero como las condiciones climatológicas han ido cambiando en los últimos años, ya nada es seguro.

De ahí la importancia de contar con programas de ahorro del agua, sí, pero al mismo tiempo la de reforestar toda la cuenca de los ríos para que el ciclo de las lluvias sea como antaño.

Como seres humanos se han cometido muchos errores, entre ellos provocar la desertificación de las montañas y valles, así como el secado de los ríos por la construcción de presas en aras de la modernidad y de la productividad agropecuaria.
Los costos sociales y económicos apenas comienzan a pagarse y la zona del Valle del Yaqui puede considerarse afortunada de contar con mucha agua en su subsuelo, pero al mismo tiempo obtenerla resulta muy caro porque debe ser bombeada con energía eléctrica.
Hay incluso algunas zonas, como la del aluvial del Río Yaqui, que ha ido perdiendo capacidad en el manto acuífero y en consecuencia decenas de plantas y animales han desaparecido porque ya no tienen el sustento necesario.
Es más, ni siquiera el río cuenta ya con el "gasto ecológico"adecuado, por lo cual lo que antes era un vergel ahora se ve gris, con ramas de árboles secos y próximos a caer.
Como el agua sale instantáneamente en las tuberías domiciliarias, muchos ciudadanos no tienen idea del enorme esfuerzo que se hace para llegar a ese punto.
Cada vez son más lejanas las fuentes del agua y los pozos se están secando, pero ni así la población se detiene a reflexionar en la necesidad de optimizar el uso del recurso.
¿Alguna vez irá a formarse la cultura del ahorro del agua?
Otra vez, como en muchas otras disciplinas, en el hogar comienza la educación.
Asumamos hoy esa tarea. Mañana puede ser demasiado tarde.
Comentarios: francisco@diariodelyaqui.mx