Para comenzar a escribir esta columna, es importante dejar en claro que la lucha generacional conocida con el típico "quítate tú, pa´ ponerme yo", no es el objetivo principal, más bien, reconocer que una comunidad sana debe estar compuesta por un equilibrio entre quienes producen y quienes necesitan el apoyo, así como de quienes cuentan con la energía y la experiencia es el principal motivante para realizar este análisis de un tema que por lo regular lo sentimos, pero no lo decimos.
Recientemente he realizado una especie de encuesta, sin ninguna rigurosidad científica ni formalidad, sino más bien como un ejercicio demoscópico en el que se pregunta a jóvenes en edad universitaria si desean irse de Ciudad Obregón al terminar sus estudios. Sorprendentemente, la aplastante mayoría responde que sí. Este ejercicio permite vislumbrar un fenómeno que, hasta el momento, es solo una percepción, pero que considero importante analizar con mayor profundidad para corregirlo sobre la marcha y evitar posibles consecuencias en un futuro cercano.
Hablamos de la fuga de jóvenes que recientemente se vive en el sur de la Entidad, la cual, al parecer, se ha agravado durante los últimos años provocando que ciudades como Cajeme, reconocida como una "ciudad universitaria" por las más de 20 universidades que hay en la comunidad, así como el empuje y potencial que en algún tiempo provocó que muchas familias jóvenes de otras ciudades de la región vieran a Cajeme como un lugar en donde sembrar sus sueños de una vida prometedora.
Sin embargo, en la actualidad se ha ido poniendo de moda la salida de jóvenes, y quienes no lo hicieron en el momento de salir de la preparatoria, lo hacen en cuanto terminan sus estudios universitarios, por lo que, poco a poco, Cajeme ha comenzado a parecer una ciudad sin el dinamismo que caracteriza a los jóvenes, quienes son los que, de manera natural, generan los cambios e innovaciones necesarias para mantener a las ciudades en la competencia cada vez más recalcitrante en un mundo globalizado.
Comencemos a entender las posibles causas que han provocado que Cajeme se encuentre hoy muy por encima en el promedio de edad de sus habitantes, con una población de edad media que ronda los 32 años; en contraste con ciudades como Hermosillo, con 30 años; Nogales, con 28; y Ahome, con 27 años. Entre las posibles causas podrían estar la competitividad y las oportunidades que una ciudad ofrece, es decir, cuando un joven sale a la calle a buscar oportunidades laborales se fija en un par de cuestiones principales: primero, que el trabajo sea de su agrado o interés y, en segunda instancia, que el sueldo sea bien remunerado. En este caso, podemos comparar los salarios promedio para empleos formales en entidades como Sonora y Sinaloa, siendo en el caso del primero un sueldo de $8,270 pesos, mientras que en el caso del vecino Estado de Sinaloa, el salario promedio ronda los $10,100 pesos.
Asimismo, las problemáticas que afectan a los jóvenes, no solo en la región sino en cualquier lugar, con temas como la salud mental, la dificultad de acceso a la vivienda, la violencia, drogadicción, desintegración familiar, entre muchas otras, han provocado que estas nuevas generaciones tengan mayor proclividad al cambio, es decir, a diferencia de antes, los jóvenes hoy no se sienten atados a nada, por lo que buscar su futuro en nuevos horizontes los ha llevado a migrar a ciudades como Guadalajara, Monterrey, Ciudad de México y, en muchos de los casos, a Estados Unidos, por lo tanto, las remesas que envían a ciudades como Cajeme, quienes se encuentran en condiciones de producir, prácticamente se duplicaron en una década, pasando de $11 millones de dólares en el segundo trimestre de 2014 a $19 millones de dólares durante el segundo trimestre de 2025.
Como podemos ver, una ciudad sin jóvenes se convierte tarde o temprano en una ciudad sin sueños y nuevas oportunidades, por lo que hacer a ciudades como Cajeme en lugares donde los jóvenes no solo se quieran quedar, sino más bien, que quieran llegar, es un reto que implica poner a la ciudad en condiciones primero, pero también, trabajar en la percepción y el orgullo que representa para volver a poner "de moda" a una ciudad con potencial como lo es Ciudad Obregón.
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