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Ciudad Obregón

Un oficio que se niega a morir

Sobreviven al paso del tiempo en Cajeme, pese a la existencia de fábricas de ropa

Un oficio que se niega a morir

Con su máquina de coser Refrey, que compró en la década de los 50, José Socorro repara a detalle las costuras de prendas como pantalones, camisas y trajes de vestir, pues desde hace casi 60 años se dedica a la sastrería, oficio en el que ha prevalecido con el paso del tiempo.

Y es que de los más de 50 sastres que había en Cajeme, actualmente son solo 4 los que quedan y siguen trabajando en sus talleres, aun cuando la demanda de trabajo ha disminuido.

A los 16 años de edad aprendió a coser, oficio en el que poco a poco fue mejorando hasta poner su propio taller en el primer cuadro de la ciudad, lugar en el que desde hace 3 décadas atiende a sus clientes y con el que sacó adelante a sus tres hijos.

“Está muy decaído el trabajo; como fían la ropa o rentan los trajes, ya no hay sastrerías, quedan como dos aquí en el Centro. Se murieron los sastres mayores y la chamacada ya no quiso seguir con el oficio”.

No es lo mismo hacer un traje, que los que se fabrican a gran escala, dijo, pues mientras que, en las fábricas, cada parte se elabora en un taller distinto, como sastres trabajan en todo desde cero, labor que con el paso del tiempo ha dejado de ser valorada.

Platicó que los jóvenes han dejado de interesarse en aprender oficios, como la costura, pero han optado por ser profesionistas; sin embargo, no está de más tener este tipo de herramientas para salir adelante.

Don José Socorro tiene ya 65 años haciendo composturas a pantalones, chamarras y camisas, donde ha visto cómo ha cambiado la ciudad, pero aun cuando la demanda de los sastres ha bajado, no se desanima y sigue con las puertas abiertas de su taller.