Hace poco más de un año, el bolero se establecía al interior de la plaza pública. Sin embargo, tras la promesa de una remodelación de la misma, los pequeños comerciantes fueron removidos.
Ahora estableció su negocio al cruzar la calle Carranza aledaña a la plaza pública, donde por fortuna siguen llegando habitualmente sus clientes.
Platicó que del 100 por ciento de personas que acuden a su establecimiento, una cuarta parte son mujeres y niños.
"En días festivos boleamos de 30 a 60 pares de zapatos y en días normales los consumidores disminuyen de 10 a 20 personas", comentó.
Para la elaboración de su oficio, dijo, se utiliza crema, grasa, cepillos, brochas y jabón de calabaza.
Y aunque la pandemia frenó un poco la solicitud de sus servicios, mencionó que ahora la situación se está normalizando en su negocio.