Por: Eduardo Sánchez
Padres de niños con cáncer han tenido que pagar elevadas sumas por un tratamiento; sin embargo, la calidad no es confiable
Michel Inzunza
Conseguir quimioterapia para su hijo se ha vuelto una tarea excesiva. Pareciera que Nicolás Osuna debiera recurrir casi a mercados negros para acceder a un medicamento que el sistema de salud por derecho debiera otorgarle.
Además de que hace un año y medio escasea la medicina contra el cáncer, los padres de pacientes oncológicos del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en Cajeme y en general en todo el país enfrentan otro grave problema: el sobreprecio de empresas farmacéuticas.
Desesperados por la falta de medicamentos, hay padres que han llegado a comprar quimioterapia hasta en 16 mil pesos, otros carecen de una fuente confiable que los abastezca y ni siquiera tienen la certeza de qué es lo que se les suministra a sus hijos, relató Nicolás.
Al igual que otros papás, en un principio adquirió ciclofosfamida, pero a menor oferta, mayores precios: en su momento el costo fue de mil pesos por dos ámpulas de 500 miligramos. Hoy está en ocho mil pesos y la dosis varía según el paciente.
Existen muchos tipos de quimioterapia, manifestó, al inicio, cuando comenzó el desabasto fue muy difícil conseguir el medicamento, pues en Cajeme sólo una clínica lo comercializaba.
Actualmente se recurre a una empresa de Hermosillo, que emite factura, pero realmente no se conoce físicamente al proveedor, añadió. “A partir de lo que sucedió en Veracruz, donde se cambiaron quimioterapias por agua, existe temor entre los padres de familia”, dijo.
Además, tampoco existe ninguna institución que regule los precios de los medicamentos. “Al comprar directamente a proveedores quedó claro que las empresas farmacéuticas sólo buscan hacer negocio, pues venden el medicamento 10 veces más caro que al principio”, señaló.
Recuperar el costo del medicamento también lleva un proceso, del cual se dice es complicado, mencionó, pues se debe reembolsar una factura y en ocasiones el pago tarda y desgasta.
Nicolás no busca el reembolso, en su caso agradece a Dios el poder adquirir el medicamento: “Cueste lo que cueste”.